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Sábado, 01 Diciembre 2012 16:43

El honesto apoyo

Escrito por Carolina Arandia

Andando el camino circular y eterno, nos encontramos durante la obra.

Empezamos por verlas caminando sin parar. De diversas formas, sin avanzar. Transitan distintas calles, senderos, cauces, trayectos, empedrados, embarrados. Pero sin avanzar. Sin parar. La caminata las transforma constantemente. Una por sobre otra, otra por sobre una. Las intérpretes no se agotan, no se tocan, no avanzan, no compiten. Sólo caminan. Sobre todo caminan.

Paisajes visuales y sonoros nos acompañan. Testimonios ajenos a la escena intervienen. Nos cuentan de ellas. Nos llevan a entender quienes son. Ellas somos nosotros. Ellas son lo otro, lo que somos todos.

Simples cuestionamientos aparecen. Arrojados, como frases de un diario intimo. La voz de ellas, la voz de otros.

Siempre estamos ahí. Somos parte. Una danza no sofisticada, una danza orgánica, justa para cada momento escénico. Cada danza nos cuenta el sentir de la escena que componen. Ellas se visten, se desvisten, con su ropa, con la de todos, con las de ellos.

Por momentos internos, abstractos, por momentos citadinos y cotidianos. La danza del cotidiano, de los gestos, de nuestros personajes, nuestras defensas, nuestros moldes. Pasando por cuestionamientos. De los más simples. Esas simples preguntas que desarman, que expanden.

Ellas son la sensación de la escena que plantean. Nos llevan del caos, al mareo cotidiano, representando el mundo interno. El mundo interno y externo son los mismo. Se mueven juntas a la par.

La esquizofrenia del mundo en que vivimos, sus ritmos violentos, acelerados, demenciales, aun con lugar para el amor, que es lo que salva, lo que contiene, lo que encausa.

El honesto apoyo en nuestra transparencia.

 

 

Un texto para: Camino / Dirigida por: Roxana Galand