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Domingo, 07 Octubre 2018 13:17

Crónica de una temporalidad danzada

Escrito por

I

¿Por dónde empiezo? ¿digo Maya Ponce, Misha Gordin, Nos, Intra-Nos? ¿Cómo estos nombres se conjugan y devienen en un mismo afecto? ¿dónde empieza la danza?

Primero un brote, una idea: las imágenes surrealistas del fotógrafo ruso Misha Gordin abrieron una grieta en Maya, la atravesaron hasta ser el deseo que persiste: darles movimiento con Intra-Nos, su primer obra de danza como directora. La idea fue tomando forma, los 4 cuerpos de las bailarinas la encarnaron, los ensayos volvieron real el estado onírico de las imágenes.

¿La danza ya estaba ahí en la quietud aparente de una fotografía? ¿La danza ya estaba en los ojos de Maya que se acercaron a las imágenes desde una mirada que danza?

Las preguntas se abren, el abanico se despliega y pienso que el encuentro se construye desde el afecto como aquello que interpela sensiblemente;  el encuentro decide y el deseo mueve. Anoto: la danza es deseo.

 

II

Después de las funciones en el teatro Machado la obra participó de la programación de Escenarias en el Centro Cultural El Sábato. Asistí a uno de los ensayos anteriores al estreno. Ahí, en el espacio circular delimitado por las sillas donde se ubicaría el público están Maya y las chicas Ilda, Lu, Yas y Belén llegando al cuerpo, estirando y respirando juntas. El silencio es abisal. Hay una quietud de concentración. Ellas sostienen con su estado la atmósfera que se anticipa. Arman un círculo dentro del círculo de sillas, el ritual empieza acá, en la antesala de los ensayos.

Hay una columna en medio del espacio, una columna que no estaba en el Machado. De cierta manera no molesta, la columna parece dialogar con el universo ilocalizable de las fotografías de Misha Gordin.

Repasan posiciones, prueban el espacio. Maya les indica momentos de la obra para que revean mientras cambia continuamente de lugar, sentándose en las diferentes sillas, probando cómo va a ver el público que elegirá ese lugar para sentarse. Maya les pide que se queden en pausa largo rato para poder ver desde varios puntos de vista, las observa como si observara un cuadro, o una fotografía de Misha Gordin.

Algo me contagia y cambio de lugar un par de veces para escribir también desde distintos puntos de vista. Siento que asisto a la antesala de la función, la obra está acá, en el devenir mismo de un proceso que partió de una imagen. Veo la red que vienen entretejiendo, escucho las palabras con las que nombran de una manera cómplice las escenas de ese espacio entre que es Intra-Nos. Dicen “el monje” y ya saben a qué remite, a qué momento de la obra hace referencia. Veo que Ilda, Lu y Belu avanzan lento mientras que Yas inmersa en otro estado  atraviesa el espacio desde una temporalidad veloz con despliegue de muchos movimientos. Van hacia ella lentamente como si no pudieran alcanzarla, pero Yas aunque se mueva rápido va a caer ante ellas, como en los sueños cuando por más que se corra no se puede escapar de la sombra lenta que avanza. Decir “el monje ” es mucho más que nombrar una escena, es todo un ritual. Veo los contrastes: el tiempo entre lo lento y lo veloz deja de ser tiempo para volverse una atmósfera. Dijeron “el monje” y sucedió todo eso. Había silencio pero podía escuchar las campanas.

 

III

Llega el día de la función. La luz tenue de la sala me hace sentir que no estoy en el mismo lugar al que asistí previamente. Me sumerjo en el universo que proponen desde este espacio transformado e indeterminado. Al llegar ellas ya están en escena. Tengo la sensación de no saber ya quiénes son. No son Ilda, Lu, Yas y Belu. Son otras. No puedo nombrarlas. La columna no es columna, se vuelve el centro-faro de una espiral que ellas van a tejer con sus movimientos pausados y lentos.

Hay algo de ritual. Hay otro tiempo. La música no estaba en el ensayo, es nueva para mí. Dos músicos componen en vivo una extrañeza que me transporta. Nada está dispuesto al azar, se trata de una obra cuidada, plástica, visualizada en cada movimiento, en cada cuadro fotográfico que se construye no sólo por los elementos lumínicos, musicales y de vestuario, sino ante todo por la presencia que emana de los cuerpos. Ellas están en trance, concentradas, enfrentadas, sostienen el tiempo hasta que de pronto lo rompen y abren el espacio. Hay micromovimientos, hay contrastes y oposiciones. Sus faldas negras y largas crean mundos, son las faldas de todos los tiempos porque son justamente atemporales. Sus torsos desnudos contrastan con la oscuridad que irradia el alrededor. Perturban e inquietan, conmueven.  Algo que excede al orden de las palabras. Si se trata de bailar las fuerzas Intra-Nos propone un campo de fuerzas vestales, fuerzas guardianas, fuerzas vitales, fuerzas oscuras, fuerzas oníricas, fuerzas rituales.

La obra  entreteje insinuaciones oníricas sin clausurar el sentido, más bien lo despliega sin asirse a referencias precisas ni representaciones codificables. Celebro entonces lo que me inquieta, lo que me saca de mi lugar cómodo y hace que me cuestione. Anoto: ser atravesada y afectada por las preguntas.  

 

IV

Después de las funciones queda la imagen: en el recuerdo, en la fotografía. La memoria de la obra en sus imágenes fue censurada por diversas redes sociales como facebook e instagram que bloquearon en varias oportunidades la página de Intra-Nos y el propio facebook de Maya. Son 4 mujeres las que encarnan las fuerzas. 4 mujeres que podrían haber sido nombradas siglos atrás como herejes, brujas, paganas. 4 mujeres que podrían  haber ardido en la hoguera-faro de la misma columna que las sostenía.

No puedo dejar de pensar en el contexto que vivimos con tantos debates que atraviesan e interpelan el lugar del cuerpo de la mujer: la legalización del aborto, las marchas de Ni una menos, el movimiento feminista. La liberación del cuerpo y la censura de las imágenes en las redes muestra las fuerzas contrarias y opuestas que se juegan y allí donde hay oposición hay resistencia.

Anoto: Desde la danza el cuerpo de la mujer resiste. Y la danza insiste: despliega la potencia del cuerpo al mostrar su habitar poético; desplaza el torso desnudo del lugar de consumo que propone la televisión y lo vuelve un torso desnudo que cuestiona, que quiere decirse en su potencia creativa.

Intra-Nos también insiste: la danza empieza en el espacio entre, en la indeterminación que no puede ser definida ni nombrada, en lo que excede a todos los tiempos y atraviesa los cuerpos desde una temporalidad espesa: la materia de un haz de luz, la vibración de una onda de agua.

 

Ficha técnico artística

Idea: Maya Ponce

Intérpretes: Mariana Di Silverio, Belen Gimenez, Yasmin Jacobo, Luciana Schmit

Músicos: Francisco Cossavella, Damien Poots

Diseño de luces: José Binetti

Realización de vestuario: Florencia Cornell

Asistente de producción: Francisco Rivarola

Dirección:Maya Ponce

 


Este comentario fue escrito a partir de haber asistido a la obra Intra-Nos el día viernes 6 de abril de 2018 en El Sábato Espacio Cultural, en el marco del ciclo “Escenarias”.

Cecilia Sur

Algo se fundó en la infancia: clases de danza, la escritura de un cuento. Luego vino el despliegue: estudiar Letras (UBA), expresión corporal (UNA) y ser atravesada por la danza butoh. Las herramientas críticas, teóricas y poéticas que las letras me dieron las pongo al servicio de leer y componer en la danza, reflexionando sobre el cuerpo y sus modos de resignificar el espacio-territorio que nos habita.

Me interesa pensar la danza como un despliegue potencial que tiene el cuerpo de manifestarse en el mundo y de conectar con otros mundos que nos exceden y abisman.

 

 

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