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Lunes, 22 Agosto 2016 01:38

Caballero Contemporáneo

Cuando Carlomagno se acerca a Agilulfo y le pregunta, entre fatigado y atraído por la declarada inexistencia del caballero de armadura blanca, le grita en el agujero de la armadura que corresponde a la cabeza, como mirándolo a los ojos: "¿y cómo os las arregláis para prestar servicio, si no existís?” Agilulfo responde enérgico: "con fuerza de voluntad y fé en nuestra santa causa!".

Se establece una relación entre el cuerpo y la armadura en donde se pone en cuestión quién sostiene a quién. Adentro de la armadura los músculos de los caballeros se entumecen, pero también, en las filas, a la espera y con el calorcito del sol, los caballeros duermen una siesta de pie. 

La desgracia de Agilulfo es la da haber decidido existir a pesar de su inexistencia, a fuerza de voluntad. Y esa fuerza de voluntad será el hilo narrativo de JA Blemias.

La historia del caballero inexistente muestra las hazañas de una armadura, de un cúmulo de energía, de un hombre inexistente que a pesar de su inexistencia existe en el mundo, y transita y lucha y mira y reflexiona y se relaciona con la contradicción que lo define y lo diferencia de otros hombres. En este sentido, el caballero inexistente da cuenta de su existencia gracias a la solidez de su armadura que también le otorga identidad, un vestuario, muchos intentos, una voluntad de hierro. Estos elementos se ponen a funcionar en la escena de JA Blemias, él aparece cubierto, escondido, sin cabeza… una armadura precaria, pero blanca, ni más ni menos que un cubo blanco, cubre su cabeza. Una cabeza que pierde entonces su forma original y se convierte en el paradigma del arte contemporáneo, el cubo blanco, la pura posibilidad.

JA Blemias es un caballero inexistente del Siglo XXI, uno que ya no lucha en el campo de batalla sino que baila. Baila, ni más ni menos que danza contemporánea. Como si se tratara de una hipótesis de la voluntad que esto requiere, como si el drama del cuerpo inexistente pudiera tener lugar sólo en este escenario. El espacio está estructurado de modo tal que los espectadores rodean la escena, miran a través, no hay punto ideal, no existe el artificio lumínico, la sala está completamente iluminada casi todo el tiempo. Sólo se verá azul el escenario en el momento de la desgracia y es el azul el que traerá el clima artificial habilitando la aparición de la tragedia. Hasta que esto sucede, el hombre se mueve incansablemente, no hace grandes hazañas, se mueve, realiza gestos tan simples como un pulgar hacia arriba, gira en un espacio no definido, pisa firme mientras sus hombros suben como el lomo de un gato, se encrespa por el miedo y el esfuerzo ¿veo un hombre en peligro?

La desgracia de este hombre, la tragedia, va a ser perder su armadura blanca, develar la existencia de una cara. Ahora, 1200 años después de que sucediera la historia original contada por Calvino, la armadura es de papel maché de mala calidad y tiene formas sintéticas, se desgrana con el movimiento, pero cubre el rostro, cubre la cabeza y aporta de este modo dignidad.

El azul, el crepúsculo, es el momento de riesgo de este personaje. Calvino lo cuenta muy claro, al amanecer el caballero inexistente tenía una necesidad: "contar objetos, ordenarlos en figuras geométricas, resolver problemas de aritmética. Es el momento en que las cosas pierden la consistencia de sombra que las ha acompañado durante la noche y vuelven a adquirir poco a poco los colores, pero mientras tanto atraviesan una especie de limbo incierto, apenas rozadas y casi rodeadas por un halo de luz: la hora en que se está menos seguro de la existencia del mundo". De azul se tiñe el escenario cuando JA Blemias pierde su armadura en el medio de una hazaña, una hazaña dancística que lo deja expuesto a pesar de salir bien y ¿qué vemos? Un rostro que llora.

Otra armadura vendrá a su rescate, él irá hacia ella y la tomará para poder continuar su danza imposible, su danza insistente, su repetición ambulante.

La educación en danza, en todas las danzas, se basa en la repetición de secuencias de movimiento. Cada bailarín acumula miles de caídas, relevés, segundas y port de bras… esa acumulación va puliendo la forma, en el mejor de los casos la va acercando al ideal que la técnica indica y cada vez, entonces, que el bailarín vuelve a sumar la realización, el cuerpo lo vive con mayor precisión y aprendemos que de eso se trata “tener” técnica. La forma ideal no es necesariamente una forma armónica, en eso la danza contemporánea ha abierto las puertas, pero aún en lo informe, aparece el canon, el ideal a perseguir. JA Blemias tiene muy clara su danza, tan clara que no necesita ver por dónde anda para llegar justo al lugar preciso, llega siempre y eso nos sorprende.

La historia de Agilulfo sucede en una edad en la que el estado de las cosas del mundo ere confuso, difuso y frágil: “era una época en la que la voluntad y la obstinación de ser, de marcar una impronta, de rozarse con todo lo que es, no se usaba enteramente, dado que muchos nada tenían que ver con ella -por miseria o ignorancia, o porque en cambio todo les salía bien en cualquier caso- y por lo tanto cierta cantidad se perdía en el vacío”. Por el contrario, aquí y ahora, JA Blemias baila sumido en la obstinación de ser, no hace nada, pero sigue intentando, una y otra vez.

Este comentario fue construido a partir de la función del Sábado 9 de Julio de 2016 en Café Müller Club de Danza.

Ficha técnica

Performers: Federico Moreno | Asistencia general: Lía Mazza | Creatividad: Federico Moreno | Dirección: Federico Moreno | Residencia Estudio el Aquelarre | Coproducción: Café Müller Club de Danza

PH Federico Perez Gelardi

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