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Lunes, 10 Abril 2023 17:32

La fuerza de la gravedad

Cómo citar este artículo.

Eiff Bel (2023) La fuerza de la gravedad. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 10 de Abril.

Yo soy el autor de estas palabras, es casi lo primero que lee Laura Lopez Moyano cuando la invitan a ser parte de la obra, La fuerza de la gravedad. Quien la invita es su autor y director, Martín Flores Cárdenas, al darle en mano el texto de la pieza.  

Yo soy el autor de estas palabras: el yo de Martín, en el cuerpo de Laura. 

Disociar el yo del cuerpo que enuncia ese yo es una de las operaciones centrales de la obra. Entendiendo al Yo como una construcción que hacemos todos los días para enfrentar la vida con mayor o menor éxito. Yo es performance, algo que bien saben las redes sociales y sus usuarios, así como los creadores de biodramas y otros géneros afines, que le ponen a la narración desde yo un valor de verdad, legitimada por la experiencia personal. 

Pero yo, aunque contiene cierta verdad, es siempre una ficción y como tal se puede entregar por un rato, sobre un papel, a una amiga. A una actriz que de otro modo no podría estar en escena ya que su cuerpo no puede recordar ninguna línea. Martín le entrega a Laura su yo y se retira de la escena. Esta ausencia marca la diferencia: un cuerpo no es igual a otro cuerpo.  

Y una persona, lo que una persona es, se construye en el tiempo y en relación a otros. En el caso de La fuerza de la gravedad, esos otros son los amigos. Cada amigo que yo tiene, arma un vínculo que va trazando los bordes de ese cuerpo ausente que enuncia cada relato. Entre otros, hay un amigo que cree en Dios, otro que - inevitablemente - hay que arrastrar después de la fiesta y un amigo que todo el tiempo dice “amigo”. 

Que la amistad sea el vínculo elegido para construir, temporal y espacialmente, la imagen del cuerpo ausente tiene que ver con una posición explicitada desde principio: yo no tendrá hijos, de este cuerpo no habrá herencia genética ni descendencia biológica. Acá se podría insertar la popular frase “los amigos son la familia que uno elige”, pero me parece más acertado algo que me dijeron hace poco, después de la muerte de un gran amigo mío: “los amigos son la familia desde otro punto de vista”.

El tema de la desaparición del cuerpo, me animo a pensar, tiene que ver con la reflexión del autor sobre su propia muerte y también con la experiencia, todavía inasible, de la pandemia. La obra anterior de Flores Cárdenas titulada No hay banda, trata sobre la muerte de su primo, su abuelo y su padre. En este trabajo, Martín se pregunta si el teatro o la actuación no serán una forma de alcanzar la eternidad. Como si, al entregar su yo a otros, algo del ser se pudiera convocar entre las palabras, los cuerpos y los vínculos.   

La fuerza de la gravedad es una obra liviana, que con una mano salta sobre su propia tumba y con la otra alza su copa para brindar. La obra de un cuerpo que se encuentra saliendo de un duelo profundo y pesado. Un cuerpo que elige reflejarse en otros para entender algo de su propia vida, del tiempo que pasó, del tiempo que vendrá, de cómo y por qué seguir viviendo.  


Comentario escrito para La fuerza de la gravedad, de Martín Flores Cárdenas. 


 

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia: Martín Flores Cárdenas

Intérpretes: Laura López Moyano

Diseño de espacio: Ruslan Alastair Silva

Música: Martín Flores Cárdenas

Diseño De Iluminación: Matías Sendón

Colaboración en vestuario: Lara Sol Gaudini

Producción ejecutiva: Valeria Casielles

Producción general: Casa Teatro Estudio

Colaboración En Textos: Tomás Masariche

Colaboración musical: Maga Clavijo

Dirección: Martín Flores Cárdenas

 

 

 

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Viernes, 16 Diciembre 2016 01:39

Gilles Jobin y Jerôme Bel

 

El viernes 5 de agosto asistí a Coreografía cuántica, una conferencia organizada por la Universidad de San Martin. La charla constaba de dos partes: la primera, una introducción a conceptos básicos de física cuántica realizada por el físico Daniel de Florian. Él nos explicaba cómo interactúan las partículas elementales ya que éstas interacciones son la base conceptual del sistema coreográfico creado por el suizo Gilles Jobin.

Un sistema coreográfico, según Jobin, es una especie de partitura donde los movimientos responden a un concepto específico. En este caso, nociones de la física cuántica. A él le interesa este tipo de composición, en donde el bailarín solo tiene que seguir la partitura y ningún aspecto de su psicología o expresión son requeridos para la pieza.  El sentimiento lo pone el espectador, nos contaba, contrastando esta manera de trabajar con la danza expresionista alemana de Pina Bausch.

En un momento, los bailarines se acercaron al escenario para hacer una demostración.  El resultado de esta investigación era algo literal: si el principio utilizado para generar el movimiento era la simetría, dos bailarines enfrentados realizaban movimientos simétricos; si era una fuerza de no contacto entonces los movimientos que hacía un bailarín hacia el otro, eran esquivados para evitar el contacto. Se podía inferir, por la demostración, que estos generadores de movimiento no tenían ninguna progresión, sino que eran variaciones sobre lo mismo.

La obra, Quantum, no la pude ver, quizás en escena sucedía algo distinto.  También vimos un video de otro trabajo suyo y el tipo de movimiento que aparecía en los videos era muy similar a la demostración que habíamos visto hacía un momento.  Me hizo pensar en un ballet, en el cual en vez de contar la historia del Lago de los cisnes, lo que se ilustraba eran conceptos de la física cuántica. En todo caso, en los trabajos lo que no cambiaba era la manera en que se movían los intérpretes.

Me pareció que para Jobin, danza es tipos de movimientos que responden visualmente a una idea o estilo de danza contemporánea mas o menos estandarizada a partir de la segunda mitad del siglo XX.  En este sentido, no importaba si lo que generaba los movimientos era la física cuántica o las instrucciones para usar el lavarropas; lo que veía era solamente el estilo.

En la demostración, los bailarines se movían impecablemente, daba placer mirar esos cuerpos. Sin embargo esta sensación no tenia que ver particularmente con algo relacionado con la danza, sino con la precisión y la destreza física. La misma sensación que me da cuando veo las Olimpiadas.

Si bien la danza, en mi opinión, tiene que ver con una propuesta concreta sobre el cuerpo y el movimiento, los sistemas coreográficos de Jobim, aunque específicos, me resultaban un poco estáticos, por el tipo de movimiento que utilizaba,  como si se cerraran sobre si mismos. Como estar escuchando siempre la misma frase.

 

 

 

Pensé también en The show must go on la obra que Jerôme Bel vino a montar al Centro Cultural de la Cooperación en el 2008.  Bel es un coreógrafo francés identificado comúnmente con la “no-danza “: un movimiento transdisciplinar que si bien se considera danza, no siempre utiliza su vocabulario sino que se sirve del lenguaje de otras artes como el teatro, el video, conferencias, la música o las artes plásticas.

The show eran 20 intérpretes en escena, un iluminador que hacía de DJ y 18 canciones pop interpretadas de manera mas o menos obvia. Cuando escuchabamos La vie en rose la platea era iluminada por una luz rosada. Sonaba la canción de Titanic (My heart will go on) y los bailarines hacían la famosa escena de Leo Di Caprio y Kate Winslet en la proa del barco. Nick Cave cantaba Into my arms (en mis brazos) y un performer caía en los brazos del otro. Y así. 

Jerôme Bel, al elegir cada canción chequeaba la cantidad de ventas de la misma, para cerciorase de que su gusto fuera un gusto común. Viendo la obra, lo que me pasaba  era que cada canción me generaba distintas cosas: me aburría, me moría de amor, me reía, no la sabía, me emocionaba. Es decir, algo me pasaba cada vez que empezaba una canción y sospecho que a los demás espectadores también.  

De casualidad, tuve acceso al montaje de la obra. Una de las canciones era Killing me softly de Roberta Flack cuyo estribillo dice: Strumming my pain with his fingers/Singing my life with his words/Killing me softly with his song/Telling my whole life with his words.[1] Me acuerdo que Bel indicaba a los bailarines que ese morirse suavemente es lo que te pasa cuando escuchas una canción que te moviliza, que te cambia la vida. (En la escena los interpretes se iban desplomando sobre el piso). Y eso era un poco lo que me pasó durante las casi dos horas que duraba el show: la que se movía era yo.

Los bailarines al hacer algo tan aburrido como “ilustrar” las canciones generaban el espacio y el tiempo para  que pudiera “colgarme”, recordar, hacer la lista del súper e inclusive indignarme por haber pagado la entrada a eso.

Hace 6 años que vi la obra. Hoy se me ocurre que para Jerôme Bel danza es algo que tiene que ver con un movimiento que no pasa por lo kinésico. Si bien hay gente bailando, no era necesariamente esto lo que me movilizaba. Sin embargo esto no implica que lo que hace Bel no tenga que ver con la  danza, sino que su propuesta trabaja sobre “lo que se mueve” y esto, no siempre es obvio.

Lo que vi en The show must go on eran ideas: la idea de Titanic, la idea de estar juntos, la idea de morirse suavemente y lo que generaban en mi eran sensaciones concretas, un recorrido especifico mío.

La que bailaba, al final, era yo.

 

Este comentario fue escrito a partir de mi asistencia a Coreografía Cuántica, conferencia de Gilles Jobin y Daniel de Florian el viernes 5 de agosto en la Universidad de San Martin y a The Show Must go On el miércoles 22 de octubre de 2008 en el Centro Cultural de la Cooperacion.

 

Coreografía Cuántica

A cargo de: Gilles Jobin y Daniel de Florian/Espacio: Universidad de San Martin.

 

The Show must go on

Concepto y puesta en escena: Jerôme Bel/Montada por: Dina Ed Dik y Enrique Neves/ Intérpretes: Francisco Brandolino, Miguel Ángel Baquedano, Roman Ghilotti, Alejandro Karasik, Gustavo Long, Marcelo Velázquez, Eduardo Pérez Winter, Pablo Limarzi, Luciano de Luca, Santiago, Laura Papa, Valeria Cuesta, Claudia Barretta, Gabriela Prado, Patricia Sapkus, María Eugenia Cappellari, Eleonora Mónaco, Lisa Simkin, Marta Lantermo, Viviana Iasparra/ Iluminacion y DJ: Eli Sirlin.



[1]

Rasgando mi dolor con sus dedos/Cantando mi vida con sus palabras/Matándome suavemente con su canción/Contando mi vida entera con sus palabras.

 

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Jueves, 22 Septiembre 2016 14:02

Velocidad crucero

Los lunes a la noche en Santos 4040 se está dando Estado de Tráfico de Juan Onofri Barbato.

El programa indica que se trata de un grupo permanente de experimentación en danza, con una perspectiva transdisciplinar que requiere, en su dinámica de investigación, aperturas periódicas con visitantes. Bárbaro.

Entramos a la sala y los casi 30 bailarines se encuentran en el medio del espacio sobre un piso de goma de esos que parecen piezas de rompecabezas. Te podés ubicar en las gradas, en el piso, en unas butacas y/o recorrer el espacio. De hecho, se sugiere la relocalización.

Durante los 80 minutos de duración de esta experiencia, los bailarines muestran los resultados de su investigación, que consta de movimientos específicos y la interacción entre ellos: contactos, empujes, movimientos espejados.

Mi amiga Adela, que va a las clases de entrenamiento físico de Juan Onofri me dijo que las indicaciones para llegar al estado que estábamos viendo son algo así como que la piel se te separa de los huesos, que lo que está adentro de tu cuerpo quiere salir y se ve limitado por la piel. La búsqueda también tiene que ver con la energía de los compañeros, con llegar a una especie de sinergia través del movimiento. Como si se tratara de un organismo que, a pesar de tener 30 componentes, funcionase como un todo indiferenciado.

Cada búsqueda tiene sus parámetros, lo que me parece sospechoso es que todos se muevan de la misma manera, que hagan los mismos movimientos. Como si el resultado de una investigación fuera siempre llegar al mismo lugar (estos movimientos específicos que todos hacían). Creo que las indicaciones se pueden interpretar de muchas maneras, especialmente si los integrantes de esta investigación provienen de campos distintos como el derecho, la arquitectura, la actuación o la historia y que la sinergia no conlleva la homogeneidad en los movimientos.

Si pensamos en la palabra estado en tanto situación o modo de estar, encontramos que es súper acertado usarla para describir esta experiencia ya que, para empezar, no se plantea un recorrido temporal tipo comienzo-medio-final sino que sucede durante el tiempo que uno la ve. Los cambios fisiológicos de los interpretes (respiración agitada, transpiración) no parecen afectar el movimiento. Es como si estuviéramos viendo una muestra de la investigación, un pedacito o un corte que dura 80 minutos pero que tranquilamente podría durar 10 o 3 horas. Y está buenísimo que así sea, entonces, ¿por qué no hacer de esto, una experiencia para un visitante en vez de un espectador? Son dos cosas distintas: un espectador mira mientras que un visitante pasea. Y si bien, hay una propuesta concreta de recorrer la obra, los espectadores del lunes 15 de agosto terminamos casi todos sentados mirando. Había unas chicas que bailaban en una esquina.

En el espíritu de la visita propongo que la performance no tenga horario, es decir no empiece ni termine sino que dure y que cada persona entre, salga y pasee a su antojo como si se tratara de una escultura o una instalación.

Planteada como está, me da la sensación de que algo falta. Quizás porque esperaba ver una obra y para mi las obras suponen un comienzo y un final en el que algo ha sido modificado de alguna manera. Me daban ganas de que todos se pusieran a gritar, o se cayeran al suelo desmayados por el cansancio, pero que algo suceda como resultado, comentario o efecto de este estado.

 

Este comentario fue escrito para la presentación del lunes 15 de Agosto de 2016, de Estado de Tráfico, de Juan Onofri Barbato.

Ph. Keith Haring (untiteled, 1983)  

FICHA TECNICA Estado de tráfico

Bailarines: Gisela Bajardo, Cecilia Bazan, Camille Belmont, Luciana Bennardis, Pablo Clerici, Lia Comaleras, Valentin Cordoba, Pablo Ferraro, Andi Garcia Strauss, Branda Gatica, Christian Gonzalez, Amparo González Sola, Pablo Jun Castro, Emiliano Larrea, Mariano López, Paula Pichersky, Flavia Racconto, Francisca Rivero, Marcela Rovello, Esteban Rubinstein, Marcela Saino Michan, Antonela Santecchia, Juan Schnitman, Julieta Tarraf, Bernardo Vitta, Mónica Zwaig

Diálogo Coreográfico: Claudia Ganquín

Música: Jorge Haro

Intervención Transdisciplinar: Andrea Manso Hofman

Fotografía: Sebastián Arpesella

Asesoramiento de iluminación: Matías Sendón

Asesoramiento de vestuario: Belén Parra

Coreografía: Juan Onofri Barbato 

Dirección: Juan Onofri Barbato

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