Me paro frente al escritorio, lo miro fijo aproximadamente medio minuto. Traslado el peso de mi cuerpo al metatarso del pie derecho, despego el pie izquierdo y doy un paso. Repito la operación dos veces más hasta llegar a la silla. La tomo por la parte del borde superior con la mano derecha y sin ejercer demasiada presión la deslizo en dirección a mi cuerpo. Doy un paso más y, flexionando las rodillas, me siento. Dirijo la mirada al frente, mientras mis seis dedos útiles de las manos se van apoyando sobre las letras del teclado. El dedo índice izquierdo comienza con la letra M seguida de la E, P, A, R, O, F, R, E, N, T, E, A, L... y así continúo, intercalando mano derecha con izquierda y dedo índice con anular. Detengo el tipeo y extiendo el brazo izquierdo hacia la diagonal. Con toda la mano tomo el cuaderno de apuntes, flexiono el brazo para ponerlo frente a mi vista. Y prosigo con la escritura. Escribo con mis antebrazos relajados sobre el borde de la mesa que…