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Jueves, 18 Mayo 2017 16:25

Pasodoble // Revista DCO en 2da // El lazo invisible entre la danza y la medicina

Escrito por Julie Nioche

Este texto ilustra, con su propia construcción, los lazos entre mis investigaciones teóricas y mis creaciones artísticas, como un tejido imaginario y continuo. Intento presentar la manera en que mi recorrido profesional vincula los universos de la creación coreográfica, la psicología y la osteopatía entre sí. Es como un cuaderno de notas, un diario de investigación o un diario íntimo de asociaciones.

Historia del lazo

Mi relación con el mundo médico y con la danza es un recuerdo de la infancia. Heredo de mis padres médicos una manera particular de observar los cuerpos. Es una observación que posee un carácter de urgencia: sólo lo que se releva como una cuestión de vida o de muerte es digno de importancia.

Frente a los cuerpos golpeados por la enfermedad de los que se ocupan los médicos, ¿qué puede tener de interesante un cuerpo que no siente ningún dolor particular? Nada. Para esa mirada médica, nada en mi cuerpo normal tenía interés, si yo misma no lo ficcionalizaba, lo reinventaba.

La imaginación, al igual que la emoción, se acompaña de una interpretación personal que deriva de la historia de cada individuo, de su contexto actual y de su proyecto futuro. Así, desde pequeña, yo me cuento a mí misma todas las sensaciones y percepciones, a fin de que ellas puedan volverse una historia coherente para mí misma. Entonces, me inventé un cuerpo diferente cada día para que él tuviera un mínimo de lugar, de interés, de erotismo. El tiempo de vestirme cada mañana era un momento decisivo: era la elección de una fisicalidad, la elección de un modo de estar en el mundo. Podía, como las brujas de los cuentos de hadas, cambiar de apariencia, decidir qué aspecto de mí misma se mostraría ese día. Vivía una metamorfosis.

Cuando niña, respondí a ese mundo médico en el cual yo estaba inmersa, a través de una práctica de la danza. Para convertirme en bailarina, necesité responder a las problemáticas planteadas por el universo de la danza, pero con herramientas tomadas en préstamo del mundo médico. En la actualidad, estos dos universos continúan recorriéndome íntimamente.

Después de varios años de escuela de danza y de colaboración en diferentes compañías, las mismas preguntas regresan: ¿Cuáles son los lazos entre las sensaciones internas y lo que es perceptible desde el exterior? ¿Cómo podemos crear esos lazos? ¿Nuestras actitudes, nuestras posturas, nuestra manera de movernos, se adecuan con lo que vivimos interiormente? ¿Existe una traducción física de nuestra vida psíquica? ¿Cómo leer e interpretar esos signos?

Concentro mi atención sobre la noción de imagen del cuerpo, que cruza mis cuestionamientos de bailarina-intérprete, de estudiante de psicología, de osteopatía, y mis interrogantes sobre la feminidad en la sociedad occidental.

La noción de imagen del cuerpo está ligada a la construcción de la conciencia de sí que se elabora durante la temprana infancia. Su adquisición se logra a través de una imagen visual del propio cuerpo. Pero la adquisición de la imagen de sí sólo puede hacerse por la mediación de la imagen y de la mirada de otro. Pasa, por lo tanto, a través del deseo del otro.

Los signos reconocibles y los códigos sociales, indispensables para la construcción de la identidad, permiten un reconocimiento rápido de sí a través de la mirada de los otros. Sin embargo, esos mismos signos limitan al individuo que puede acaso rechazarlos. Algunas de mis piezas coreográficas son un modo de testimoniar este vaivén de atracción y rechazo hacia los signos que configuran la identidad.

Septiembre de 2000

Realizo un encuentro con seis espectadores, quienes, para mí, representan la población que mantiene una relación standard con su cuerpo. Escucho:

-“¿Si mi imagen me preocupa?... Sí… Pero no es tanto para los otros como para mí mismo. Es un trabajo para que yo me sienta bien con los otros”

-“Uno siempre está preocupado por su imagen, a cualquier edad; incluso, cuanto más uno envejece, más se preocupa por su imagen, porque el tiempo no la mejora precisamente”.

Noviembre de 2000

Organizo un encuentro con seis jóvenes bailarines estudiantes, una población para la cual el cuerpo es un instrumento de investigación y comunicación, pero a menudo, también es fuente de sufrimiento, pues ese cuerpo debe adaptarse a cierta visión estética.

Los estudiantes de danza viven el conflicto de tener un cuerpo que todavía no sienten como propio, porque ese cuerpo es el resultado de imágenes impresas por una educación artística. Los estudiantes son el blanco de las proyecciones de sus maestros, quienes poseen una visión idealizada del bailarín, en tanto que los alumnos, por el contrario, están buscando su propia singularidad. El sistema pedagógico y sus sanciones sobre el aspecto morfológico privilegian la apariencia y la necesidad de transformarse según un deber ser, para entrar en el mercado de la danza.

Escucho:

-“Mi imagen, sí claro, me preocupa. Seguramente es a causa de la danza, por un lado, y también porque pienso que uno tiene necesidad de gustar a los otros para sentirse mejor consigo mismo”.

-“Pienso que verdaderamente ha sido la danza la que me hizo acomplejar sobre mi cuerpo. Estoy lista para hacerme operar, pero antes quiero creer que, si adelgazo, seguramente se reducirán mis pechos, y entonces todo estará mejor”

Diciembre de 2000

Me concentro en los problemas de la imagen del cuerpo. Estudio la alteración de la percepción corporal en los trastornos alimentarios, en particular, la anorexia. Con frecuencia he visto esta patología y sus derivados en el mundo de la danza. Busco comprender por cuáles mecanismos, qué puntos en común, y en qué terreno se cruzan la danza y esta enfermedad.

El cuerpo de las pacientes anoréxicas es objeto de obligaciones y desafíos y es un lugar de protesta y de denuncia. Ellas se imponen un control total de su cuerpo que les molesta, lo privan de todo, con la esperanza de que produzca puro deseo, y ninguna necesidad. Esta problemática tiene lazos con la formación del bailarín, quien aspira a un ideal de control de sí, para poder hacer todo en todo momento, sin ser perturbado por la especificidad de su propia corporeidad.

El proyecto artístico de la danza implica posicionamientos políticos. ¿Qué cuerpos son convocados al escenario de hoy, y con qué finalidad? ¿Cómo construir un proyecto estético que no se convierta en un simple objeto de consumo, perdido en la masa de propuestas?

Enero de 2001

Advierto que, en la medicina, fundada en lo mesurable y lo observable, la atención hacia la propia percepción del cuerpo es infrecuente. La totalidad del ser queda reducida a un cuerpo o un objeto desnudo de individualidad, de sensibilidad y de historia. La percepción íntima del cuerpo –percepción informe, inclasificable– es evitada, con tanto o más énfasis que la enfermedad.

Concibo propuestas para que la vivencia personal y la dinámica sensorial de cada persona puedan ayudar en tratamientos terapéuticos. Organizo talleres de danza en un centro hospitalario con mujeres afectadas de anorexia, posicionándome no como terapeuta sino como bailarina profesional y estudiante de psicología.

La práctica consiste en una relajación y una improvisación guiadas por mi voz, sin que yo realice ningún movimiento que invite a la copia. Se trata de un trabajo a partir de la imaginación, que busca dar consistencia a las emociones, para que el gesto se produzca a partir de un deseo personal. En la experiencia del taller, las pacientes no se ponen en movimiento hasta que, impulsadas por la curiosidad, encuentran su propio camino para hacerlo.

Abril de 2001

Reúno las palabras de las pacientes del taller, que se entrecruzan con aquellas de los espectadores y de los bailarines. Escucho:

-“Tengo la impresión de ser virtual…. Tengo mi cabeza, mi mente, mi inteligencia… Pero si se quitara eso, no quedaría nada”.

-“Pienso que mi cuerpo no es exactamente la traducción de lo que soy. Yo sería de algodón, o de alguna cosa suave, algodón, terciopelo… Y mi cuerpo representa todo lo prominente, todo lo que resalta. Mi cuerpo me hace mal. Mi cuerpo llama la atención”.

Para ensamblar todos estos testimonios, me imagino X, una instalación visual y sonora que interroga la imagen del cuerpo. X es una caja hecha con espejos deformantes, donde el espectador puede entrar y puede verse transformado.

Reflexiono. La imaginación anatómica y biomecánica siempre está en mis creaciones. El trabajo de visualización, indispensable para acceder a conocimientos anatómicos precisos, se ha convertido en un proceso imaginario para la improvisación. La danza es lugar de construcción, de destrucción y de reparación perpetua de mi sistema perceptivo y de mi sensorialidad.

La improvisación permite hacer resonar simultáneamente las informaciones que llegan del interior y del exterior; es un intento por volver el cuerpo, a la vez, receptivo y reflexivo. Es un tiempo para establecer asociaciones entre lo que proviene de mis sensaciones, de mi imaginación y de mis conocimientos.

Enero de 2003

Busco crear un cuerpo improductivo e inútil, en el sentido en que la sociedad moderna concibe la productividad y la utilidad. Propongo un taller de danza en un centro de reeducación motriz, para niños de entre 7 y 9 años.

En esta institución, la danza resulta incómoda, pues allí el movimiento es sinónimo de una obligación correctiva y dolorosa. El objetivo del taller es reintroducir la noción de placer y de juego en el vínculo con el movimiento, y relevar el potencial de la imaginación y del sentido del tacto para el desarrollo motor y para la apropiación de sí.

Todo gesto se engendra gracias a un imaginario construido a partir de nuestros conocimientos, nuestras proyecciones, nuestros deseos y una parte de nuestro inconsciente. Una persona que no conoce la existencia de una parte de su cuerpo o que la niega no la moverá o lo hará de manera muy restringida. Los niños del centro de reeducación todavía no pueden tener un esquema corporal íntegro motora y neurológicamente, pero su imagen del cuerpo puede completarse si todas sus partes son integradas en su imaginación.

Precisemos que la imagen del cuerpo constituye las representaciones mentales globales del cuerpo. Por su parte, el esquema corporal es preconsciente y juega un rol dinámico en la postura y en el movimiento. El trabajo con la imaginación influye directamente sobre la ejecución de nuestros gestos y su significación. La práctica de la danza puede ser considerada como una investigación de la puesta en movimiento por fuera de las normas sociales establecidas, que permite expresar una particular forma de estar en el mundo. Por ello, puede ayudar a las personas catalogadas por fuera de los modos de ser dominantes.

El lazo con lo invisible

La creación artística es un testimonio de lo que es castigado en los sujetos por el mundo. El arte es el lugar donde las distancias de la vida real pueden ser percibidas; los límites, desplazados. El tiempo-espacio teatral teje lazos invisibles pero sensibles entre las personas, los lugares y los objetos, en una dimensión entre lo real y lo inventado.

Repasando los testimonios y las lecturas en los diferentes campos de investigación, quisiera destacar aquello que llamo las imágenes del cuerpo, que son modos de expresión de la sensación. La sensación tiene muchas capas repartidas en áreas sensibles de órganos de los sentidos. La imaginación, por su parte, ficcionaliza en tiempo real las emociones. La cuestión es discernir lo que sucede entre la aparición de las sensaciones y la puesta en movimiento

Hay una metamorfosis, en el lazo invisible entre los soportes de expresión de la experiencia sensorial. Una sensación táctil toma la forma de una palabra que, a su vez, se vuelve un deseo de movimiento, que deviene una representación fulgurante de un hueso, que se metamorfosea luego en un músculo, que deja aparecer una mano en forma de coliflor…

Traducción y resumen: Analía Melgar.

* El texto original en francés de este artículo fue publicado en Nouvelles de Danse núm. 53 “Scientifiquement danse. Quand la danse puise aux sciences et réciproquement”, Bruxelles, Editions Contredanse, 2006. Una versión completa de este artículo traducido al español, junto con su bibliografía, puede leerse en www.revistadco.blogspot.com 

 

Este texto fue originalmente publicado en la antigua plataforma de Segunda, en el marco de lo que fue pasodoble DCO/2da Primer Edición DICIEMBRE 2013

TEXTO EDITORIAL ORIGINAL 

Durante este 2013, DCO re-publicará parte de sus artículos pertenecientes a sus números agotados en Segunda Cuadernos de Danza. Una publicación acompañará a otra. Dos publicaciones se encuentran y hermanan porque persiguen un fin común. Lo más valioso de este frío planeta, Lezama Lima dixit, es la compañía: escoger en el oscuro pajar las otras vidas que nos complementan y que van también tirando la moneda de su suerte a nuestro lado. 

Revista DCO Danza, Cuerpo, Obsesión y Segunda, Cuadernos de Danza, comparten ahora la ruta de atravesar la danza a través de la escritura y la pasión de situar esta experiencia de fecundación en palabras diferentes, palabras específicas, merecedoras de su logro, danzantes a su vez y por derecho propio: editando, redactando, publicando, creando y recreando.

Segunda Cuadernos de Danza será el escenario para la re-publicación de artículos que formaron parte de pasadas ediciones de Revista DCO hoy agotadas. Una nueva selección y un nuevo conjunto, una nueva lectura y una nueva plataforma de circulación toman cuerpo en pos de recuperar las tareas pasadas, reinsertar contenidos, releer (nos) y reinscribir (nos) en un aquí-ahora. Este intercambio es un primer motor de este pas de deux, que quiere abrir espacios compartidos en el goce y el análisis, es una de las estrategias posibles para la retroalimentación entre ambos espacios de generación de contenidos, ambas plataformas de despegue para la discusión teórica y escrita.  

Por lo pronto, la unión de dos proyectos de reflexión y comunicación que fijan su mirada en la Danza Contemporánea - unión que fusiona, generaciones, perspectivas, voces múltiples, invención y los poderes tutelares de México y Argentina -, si no inédita es, al menos, absolutamente atópica, sin par. Con esta propuesta, apostamos a que el juego de espejos paralelos, de fortuna convocada al alimón, incremente la refracción de esa luminosidad particular y vehemente que suscita la transformación escrita de la imagen del cuerpo en movimiento.

 

 

 

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