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Martes, 25 Septiembre 2018 19:34

Reportaje a Renate Schottelius

Escrito por Fernanda Gómez y Silvia Pritz

Entrevistada por Fernanda Gómez y Silvia Pritz

Fecha: Septiembre de 1988

 

¿Nos puede hablar de su formación?

Empecé a los ocho años en Berlín, en la Escuela de la Ópera Municipal de Berlín, teníamos clases todos los días, dos de clásico, dos de moderno, dos de acrobacia. Esto fue de 1929 a 1936. Me formé en moderno con dos alumnas de Mary Wigman. Veíamos óperas, ensayos, hacíamos ensayos, actuaba en las óperas. En el año 33 las cosas cambiaron, se sacó el moderno, quedó solamente el clásico y la acrobacia. Seguía yendo a las clases de una de las maestras de moderno. 

¿Por qué las clases de acrobacia?

Era una escuela para chicos, la acrobacia es excelente para perder todo miedo al movimiento. Toda la educación física, gimnástica, rítmica, tenía mucha importancia. Estamos en el año 1929, época de la liberación del cuerpo, hacíamos ejercicios con aparatos. La acrobacia era con miras a la danza, teníamos prohibido andar en bicicleta y en esquí porque nos podíamos romper las rodillas y en bicicleta porque desarrollábamos mal los músculos.

¿Eran épocas donde Rudolf Von Laban ya estaba?

Von Laban empezó antes de la Primera Guerra Mundial, en el 11, época de las artes revolucionarias (Brecht). Hasta en los teatros estatales se hacían experiencias, como la de tener moderno, clásico y acrobacia al mismo tiempo, como llamar a coreógrafos modernos para las óperas.

Después del 33 todo eso cambió, se llamó a más maestros del clásico, se hizo hincapié en lo clásico. Yo quedé en la ópera cinco años, terminé en diciembre del 35. En el 36 me vine a Argentina, había un tío mío acá. En mi familia éramos cuatro y no podíamos venir todos. A los 14 años pedí que me mandaran ya que mi tío se ofreció. En Alemania había intervenido en óperas o ballets, como óperas de Wagner, Bohéme, Petrushka, etc., etc., mis maestros opinaban que tenía mucho talento. Mi vida cambió mucho en un país desconocido, tenía que ganarme el pan, aprender el idioma... Pero de todas formas traté de mantener mis estudios, fui al conservatorio Nacional. Mecha Quintana me tomó una prueba e ingresé como oyente. Podía tomar clases pero no rendir examen. Estas eran naturalmente de clásico pues no había moderno. Por otro lado, había señoras que daban una gimnasia rítmica y algo parecido a danza moderna. Con cada una de ellas tomé clases, Anelene Michiels De Bomly, las que podía, porque tenía que trabajar. Hicimos dos o tres pequeñas funciones, fueron los años 36 al 39. Del 39 al 40 empecé a dar clases de moderno. El moderno siempre me había gustado mucho, siempre me había gustado coreografiar, expresarme, no sólo como bailarina intérprete sino como bailarina creadora. Empecé a dar clases para entrar de alguna forma en la profesión. Lo que tenía que dar sobretodo era gimnasia, para las señoras que querían adelgazar. Eso fue por el año 39. En el año 1940 empecé a planear un recital. Ya había dado pequeñas muestras, mostrándolas en fiestas de clubes, en casas particulares, para ver si conseguía apoyo y dinero. Estaba muy apoyada por un grupo de músicos y pintores inmigrantes y argentinos.

 

¿Se acuerda de algunos nombres?

Moreau, Berni, Saulo Benavente, Kosice, Pettoruti, Chale. Creo que para esa época me relacioné mucho con el Collegium Musicum, ahí actué y di clases. Tomé clases con Madame Sirouyan (método Dalcroze), por el 40 planeaba dar un recital público que finalmente di en el 41, en este año vino por primera vez aquí Miriam Winslow, con su partenaire, dio varios recitales. Todos estábamos enloquecidos, dio un mes de clases y todos íbamos a sus clases. Veíamos que había mucho que aprender en moderno. Ella volvió después, pero antes de eso tomé algunas clases con Otto Werberg. Él llegó acá en el 39.

El gran movimiento que se conoce como Historia de la Danza Moderna en la Argentina comenzó con Miriam Winslow y las clases que ella dió. Éramos todas solistas: Ana Itelman, María Fux, Paulina Osona, Luisa Grinberg: tomamos clases todas menos María Fux. 

Años después, di mi primer recital en el Consejo de Mujeres que ahora es el Teatro del Globo. Recibí muy buenas críticas como solista con mi propia coreografía y una de esas danzas la he hecho durante toda mi carrera. Ese mismo recital lo repetí dos veces por invitación de Leónides Barletta en el Teatro del Pueblo, que estaba ubicado en la calle Corrientes 1530. Allí me relacioné con gente del teatro (grupo del Teatro del Pueblo). Allí vi actuar a Joaquín Pérez Fernández en “El Mercader de Venecia”. Iba a muchos conciertos había mucho intercambio entre los artistas. La inmigración tuvo mucho que ver. Yo vine de chica pero hubo muchos artistas que vinieron hechos, músicos sobre todo que hicieron mucho por la vida cultural de Buenos Aires. Había mucha unión, estaba la Asociación Amigos de la Música, el Collegium Musicum que hizo una gran obra cultural y educativa. 

Cuando Miriam Winslow se instaló aquí el primer año formó el grupo de chicas que tomábamos clases, era obligatorio y ensayábamos las obras que ella ponía. Con ese grupo viajamos al interior, hicimos una temporada en el Politeama. Al año siguiente amplió la compañía con muchachos. Para entonces, yo era su asistente y puse una obra mía para conjunto en el ballet Winslow y bailaba una como solista dentro del programa del ballet.

 

¿Ella vino por sus propios medios o la invitaron?  

Vino por su cuenta, era en forma privada. Winslow era una mujer muy inteligente, ella nos pagaba muy bien y gracias a eso pude dejar de trabajar como secretaria. Winslow se formó ella misma en Denisshawn, al igual que Martha Graham y Doris Humphrey. Fue a Alemania a estudiar con Mary Wigman y con Harald Kreutzberg, eso es muy importante. Ella era un poco más joven que Martha Graham, también fue a España a estudiar con Vicente Escudero. 

Cuando ella volvió por segunda vez, en el 43, formó el primer grupo de mujeres: éramos Cecilia Ingenieros, Paulina Osona, Ana Itelman, Luisa Grimberg, Margarita Guerrero, una chica más que no recuerdo y yo. Al año siguiente, integró el grupo con hombres y ella tenía como partenaire a un cubano de apellido Navarro. Los otros eran Paul D’Arnot uruguayo, Henry Brown, argentino, Héctor Boyer, argentino y José Moleta, también argentino. Después se fue el cubano y se integró Rodolfo Danton. Ella hizo audiciones, venía de Norteamérica, no podía conseguir gente que bailara moderno. La que más sabía de moderno era yo que había hecho cinco años. Ella nos hacía contratos con la obligación de la clase diaria que siempre era de moderno, también daba una clase semanal de clásico. Entraron más chicas al grupo y entre ellas Élide Locardi, que resultó ser la maestra de Oscar Araiz. Era más que nada técnica de Denisshawn lo que daba Winslow, con algunas cosas de Mary Wigman. Después de la clase de moderno venían 4 horas de ensayo de sus obras que solamente eran de moderno. La gente estaba entrando en el moderno. La compañía de Winslow fue la primera compañía de danza moderna en la Argentina. Era a todo trapo, trajes, decorados. Tuvimos una temporada en el Odeón. En aquel entonces se estilaba hacer funciones tarde y noche, 15 días tarde y noche. Los que queríamos aprendíamos el oficio de poner luces, ella tenía todo el equipo, los focos, la cámara negra, la cámara celeste… Cuando salíamos de gira teníamos la obligación de ayudar, los muchachos con las cosas pesadas, las chicas con los trajes. Teníamos que hacer los baúles y todo eso aparte de ensayar, tomar clases. También nos daba clase de maquillaje, de todo. Esto duró dos años. Ana Itelman se fue en el primer año. Vinieron otras chicas. La compañía chica empezó en el 43 y la grande terminó en el 46 en Mar del Plata. La Compañía de Miriam Winslow tuvo un final muy triste. Nos había hecho un ofrecimiento magnífico, era como ganarse la grande, nos ofreció un viaje a Europa, ella pagaba todas las expensas, los viajes en barco, pero no podía conseguir contratos así nomás. Entonces nos daba un tanto por día, pagaba la cuota hasta conseguir contrato. A los muchachos no se les ocurrió mejor cosa que decir que no (a 3 de ellos). Ella nos dió tres o cuatro meses para pensarlo y como no nos pusimos de acuerdo se volvió a Estados Unidos. A mí me pareció muy triste porque un ofrecimiento así no llega nunca. Los muchachos que se negaban le decían que tomara a otros pero ella decía que los había educado a ellos, que sabían el estilo, que sabían las obras y que no iba a ser lo mismo y que se quería ir en ese momento y no esperar un año más. Lo triste fue que allí terminó la carrera de Miriam Winslow. Volvió muchos años después pero no dió clases, puso una obra que nosotros habíamos ensayado en Amigos de la Danza. Tenía en el momento 45 años, joven, bailando maravillosamente, fue lamentable lo que le hicieron. Nunca ganó un centavo, aún en las giras, por eso además de un esfuerzo financiero fue un esfuerzo humano. Las clases de ella eran magníficas, en un estudio enorme, el de Ekaterina Galanta, un estudio de danza como no existe más, con piano y percusión. Cuando íbamos de gira llevábamos uno o dos pianistas y un percusionista ya que en aquel momento no existía la cinta y todos daban sus recitales con música en vivo. Ella hizo una obra con tema norteamericano pero con compositor argentino. Winslow hizo mucho por la danza. En aquel momento, en la Escuela Nacional de Danzas, todavía no había danza moderna. En el año 48, 49, por suerte, hubo una gran inquietud movida por Luisa Grieenberg creo, para que hubiese moderno en la Escuela Nacional de Danzas. La llamaron a Miriam Winslow para que eligiese a los profesores, eso fue excelente y a partir de allí comenzó la danza moderna en la escuela. Miriam Winslow falleció en Estados Unidos en 1988 a los 82 años.

¿Cómo sigue su vida en la danza?

Winslow se había ido una vez de vacaciones y me había dejado a mi como su reemplazante. Cuando se volvió a ir me dijo: "tú no debes dejar de dar clases". Entonces busqué un estudio y di clases muchos años, después pasé al estudio de Kirowa, en Callao y Santa Fe. A todo esto seguía dando mis recitales. El recital siguiente fue en el año 1945, después todos los años en los teatros Astral y Alvear, además de colaborar con el Collegium Musicum. Fui invitada al interior, esta gira la realizaba como solista. El grupo de Winslow se disolvió y cada uno iba por su lado, por ejemplo Ana Itelman se fue el primer año y no hizo las giras que hicimos las chicas y yo. Ana se fue a Estados Unidos a estudiar, Paulina siguió su camino sola, yo también. La otra gente, algunos dejaron de bailar, otros se dispersaron, Rodolfo Danton se fue a la Scala de Milán.

Los muchachos tenían trabajo como bailarines clásicos. Yo me dediqué a la enseñanza y se produjo una cosa muy linda entre mis alumnas. Yo les daba clases de técnica y composición y ellas me dijeron que querían formar un grupo y si yo les podía supervisar… y yo acepté. Les di mi estudio aparte de las clases. Esta propuesta surgió básicamente de las clases de composición. El grupo se llamó “Grupo Experimental de Danza Contemporánea”, ellas crearon un programa lindísimo. Estaban Mercedes Camarucci, Susana Sommi, Mara Markoff, Vingelore Mayer y Gerti Sorter. 

Hacían dúos o tríos, con coreografías propias, obras muy interesantes. Susana también había estado con Miriam Winslow. Primero hicieron pequeñas actuaciones en barrios, estaban muy relacionadas con músicos, pintores, etc. En este estudio que también era mi casa en Caballito, teníamos una actividad muy importante. Los sábados nos reuníamos con otros bailarines o músicos a los cuales invitábamos, había mucha efervescencia. Esto fue a partir del año 46. 

 

Revisado por: Katherine Guevara

Ph. Renate Schottelius. La Cumbrecita, Argentina 1946/1947. Vintage. Gelatin.

 

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