He visto y escuchado cosas.
Tiernas carnes adaptables librando batallas íntimas en aislados rincones de higiene y miseria.
Sostenían, como podían.,
El amor y los lazos humanos
Sus derechos y sus obligaciones.
El trabajo y la dignidad.
El músculo y sus tejidos.
La vida de cara a la muerte.
la filosofía new age y el IFE para tres.
Llegó el invierno a casa.
Y relamí mi propia debilidad.
El devenir y su apogeo.
Abajo del puente, diagonal frente a mi casa, varios cuerpos se apilaban de frío, y al lado, en el depto de la vecina, otro cuerpo hace crossfit online.
Todos respiraban
Este transpira y gime.
(Una escena con una coreografía de piso en streaming).
Nos embargaron cuerpos por segundo.
Sus ecos y sus resonancias.
Y nos adoptaron.
Tan acertadamente.
Que me dejaron marchita.
Incómoda.
Fértil.
Sombría.
Potente.
Como un anillo de agua.
Suave revelación del futuro.
¿Alguien más se siente que se deprime?
Intercambiando con colegas las experiencias que nos atraviesan, por momentos aparece la falta de motivación y desgano generalizado, por momentos irrumpe un golpe de entusiasmo exacerbado y creemos que bailando se soluciona todo. Pero no podemos no pensar en la falta de recursos materiales y de espacios concretos para trabajar: salas, centros culturales, teatros, espacios de danza, porque no bailamos en el aire, aunque el zoom nos genere esa sensación.
No puedo dejar de pensar en esa persona que se acerca por primera vez al lenguaje de la danza a través de una pantalla y me dan ganas de llorar. Hace varios meses que me siento intranquila con respecto al presente y al futuro, me afecta bastante y no me apena escribirlo. Sentirse angustiada es el resultado de un contexto opresor que sofoca el gesto e higieniza el abrazo.
Después de mucho tiempo encontré una sala para dar clases y paralelamente, también, mientras el tiempo acompañe, estoy dando clases al aire libre, y no es el espacio que yo elijo para trabajar. Estoy expuesta no solo al clima, sino también a la gente que pasa, distracciones, miradas y gestualidades invasoras, personas que atraviesan el espacio de clase con muy poco respeto hacia la práctica, y me angustia un poco más. Paremos un poco con esta idea de que hay que seguir bailando sin importar las condiciones. No. ¡Las condiciones materiales son importantes!
Dejemos de romantizar la idea de que bailando los males se alejan, o que las personas que bailamos somos personas alegres o que no nos importa nada total bailamos y ya. No. Dejemos de alimentar la gilada. Tenemos derecho a derrapar y llorar y no querer estar más en esta situación precaria. Bailar es un trabajo, es una práctica para la vida, y a veces esa idea se nos va del alcance de la mano porque el contexto es frágil. El cuerpo se me vino abajo en un año, mi paciencia y economía también, y quiero seguir enseñando, investigando y bailando en obras y procesos creativos en condiciones dignas, no mendigando espacios y financiamientos mezquinos. Estamos haciendo lo que podemos con lo que tenemos, y no es suficiente. Somos aves de rapiña destrozando lo que nos tiran, el descarte de las sobras de quienes están un poco más favorecidos en la cadena alimenticia, pero eso es para otro texto.
Texto escrito en diciembre de 2020.
Ph. Remedios Varó. "Papilla estelar" (1958).