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Lunes, 07 Noviembre 2016 15:31

Rosca

Escrito por

Rosca

Cuando voy a ver una obra de Pablo Rotemberg, se qué esperar: golpes, empujones, caídas y saltos. Movimientos precisos, intenciones violentas. Algunas secuencias de movimientos que he visto más de una vez y he realizado cuando hice su seminario. Igual me encanta.

Esto lo escribo a propósito del Tango Alemán, la obra que Rotemberg realizó para el ciclo Danza al Borde pero quizás esté pensando en otras obras de él también.

En esta obra los personajes son dos, un hombre y una mujer. Ambos visten un catsuit plateado que les deja descubierta la cara, el cuello y las manos. Cuando lo veo me acuerdo del robot de Metrópolis, la película de Fritz Lang y, a continuación, en los autómatas.

Un autómata es un ser animado que no tiene voluntad propia sino que actúa dirigido por otra persona. En algún punto, se podría decir lo mismo de alguien enamorado o del acto de seducir y el tango tiene un poco de esto, ¿no? “En todo el mundo bailar un tango es sinónimo de seducción” dice Wikipedia.

Acá, Maria Kuhmichel golpea a Pablo Fermani en el pecho mientras él la mira, indiferente. Imagino que ella está enojada porque él no la quiere más. La seducción ya paso, éste es el momento del desengaño y la furia. 

Al ver este Tango me resulta inevitable pensar en cuerpos disciplinados por la danza, el yoga o la gimnasia. ¿Y la disciplina no implica también una voluntad aplacada, o desplazada? ¿Moverse de acuerdo a las reglas de otro?  

Pero los cuerpos de Pablo no sólo acatan esta disciplina, sino que se pasan de rosca. Por ejemplo, cuando repiten tantas veces un movimiento que genera un efecto concreto en él o la interprete: Ayelén Clavin en Todos o ninguno, se golpea las piernas hasta que se le ponen rojas.

Creo que es en esta insistencia o repetición, donde se genera un exceso de disciplina que, de alguna manera, lo que logra es que se subvierta el objetivo mismo de la disciplina.

Es decir, el objetivo de la disciplina, a grandes rasgos es lograr lo uniforme o lo homogéneo: todos nos movemos de la misma manera, respondemos de igual manera a ciertos estímulos, pensamos lo mismo, etc. Ahora bien, en las obras de Pablo, lo que veo que pasa es que en esta repetición de lo mismo (un golpe, una secuencia de movimiento) se empieza a generar un exceso, algo que se sale de los limites de lo cotidiano. Y acá empieza el riesgo, en las cosas que no se pueden controlar del todo; pienso en las caídas, en los empujones, en los cachetazos. Es en este límite donde, para mi, se abre algo particular, que pertenece a cada interprete que se arriesga y de esta manera se sirve de la disciplina como trampolín a lo desconocido, que es lo propio.

Comentario para la presentación del 1º de octubre de 2016 de Tango Alemán de Pablo Rotemberg.

Fotografía que acompaña al texto: Carlos Villamayor 

Ficha Técnica Tango Alemán
Bailarines: Maria Kuhmichel, Pablo Fermani I Vestuario: Gabriela A. Fernández I Espacio escénico: Gonzalo Córdova I Diseño de luces: Gonzalo Córdova I Música: Mauricio Kagel I Asistencia artística: Noelia Meilerman I Coordinación de producción: Nahuel Carfi, Paola Scholten I Puesta en escena: Pablo Rotemberg

Bel Eiff

Nací en julio de 1986 en Buenos Aires. Me mudé muchas veces. Estudié en la UBA y me recibí. Trabajé en diferentes lugares. Me encanta la danza. Amo esta revista. 

 

 

 

 

 

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