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Jueves, 13 Junio 2019 15:36

Arriesgar a la improvisación

Escrito por

La obra de arte es una condensación de tiempos. La obra de arte es creación de tiempo. La obra de arte es tiempo. Ocurre, la obra, se presenta: es.  

La obra-danza-cuerpo-improvisación se presenta a sí misma. Se siente, se percibe porque está siendo dada. Se otorga la oportunidad al espectador de prestar atención. Ante dicha presencia, el instante-instantáneo no ha de simplificarse a una descripción fáctica de las partes, lo cual simplifica el suceso, porque lo que adviene ante toda obra es una pregunta. La obra de arte es una presencia que interpela. Cada obra trae una y varias pregunta. Una es el comienzo de una serie. Ni referente, ni destinatario definen el tono de la experiencia. La danza es la presencia, su tema y su destinatario coinciden ontológicamente porque son presente también. 

En esta pieza, la presencia, se hace tema como génesis. La presencia es movimiento-tiempo, coreografía que sucede. Emergen organizaciones. La danza es el emerger del mundo mismo, como la performance, acontece en un presente que teje los presentes de quien mira, de quien se encuentra ante el bailar. 

Y, sin embargo, bailemos lo que bailemos, no envejeceremos juntxs.

Al tiempo presente, le sigue, otro tiempo. 

El ritmo hace-es tiempo, la danza da lugar al tema de la danza misma: la creación como acto y la improvisación como riesgo. Puede fallar.

La historia no se encuentra del otro lado, como en la famosa obra Étant Donnés de Duchamp, donde los sucesos o no han acontecido aún o ya pasaron. Ante la Étant Donnés, el espectador llega tarde. Ante la improvisación quien llega, se enfrenta con el acontecer mismo. 

Toda improvisación, una improvisación. Puede fallar.

Pero la danza es también una no figuratividad que no (tampoco) simboliza, sino que simplemente es. El no saber del hasta cuando, colabora con la emergencia del acontecimiento. Quien mira se encuentra en el tiempo, es sumergido en-ante su presencia, en-ante una sucesión de danzas que no figuran ni representan algo ausente, sino que se imponen en un presente continuo y continuado. Presente que simula, no terminará. Presente que, de todos modos, termina. 

Aunque el título de la obra ya ha anunciado el fin del vínculo, cada acontecimiento, sólo puede darse en un presente explícito.

Ante el sentimiento, no ha de acogerse necesariamente un asentimiento. Preguntas.

La experiencia no se procesa previamente por el uso de un concepto sino que sucede como instante. La comunicación, por tanto, es una posibilidad posterior. Este texto es una de esas posibilidades.

 

Este comentario fue escrito a partir de mi asistencia a tres funciones de No envejeceremos juntxs, dos en el marco de Proximidades Expositivas en Casa Sofía y una en Teatro Bravard el 4 de Mayo de 2019.

 

Ficha técnica.

Con: Paula Blanco, Federico Perez Gelardi, Cielo Gonzalez Smith, Delfina Thiel, Ignacio García Lizziero, Laila Gelerstein, Bre Gora, Angeles Piqué, Lola Cani, Cristián Jensen 

Dirige: Lucas Cánepa

 

Josefina Zuain

El tema del ser es para mí un tropezón asegurado. Bailo y escribo, bailo y estiro, bailo y no bailo. Me gusta decir: soy bailarina y escritora. Escribo, escribo, escribo... bastante compulsiva-mente.

Tal vez todos mis textos hablan de la acción de separar y del amor. Separar como modo de re-unir, re-condensar, volver a pensar y seguir (no) siendo. Amor: mi cuerpo. Segunda es mi relación más estable y duradera. Aquí, entre amistades, casualidades, pasiones y deseo, inventamos y recreamos los modos en que podemos pensar (seguir pensando) y volver a pensar en-con-a través de la danza.