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Jueves, 29 Noviembre 2012 22:08

El pez dorado

Escrito por

La sensación de sumergirse en un universo onírico. Color dorado.  Una de David Lynch.

La lengua es un solo en el cual la intérprete nunca está sola.  El lenguaje que construye,  desde un gesto simple al comienzo que va aumentando en complejidad e intensidad hasta llegar a una frecuencia que te deja pegado al asiento  como una acelerada a fondo,  llena el espacio con una especie de diálogo ininterrumpido y esquizofrénico.  Lo llena de presencias a las que la luz les da cuerpo, literalmente.  Hay algo de entrañable en estas  presencias que  desfilan por la obra. Y algo de amenazante también.  

La lengua se impone, el lenguaje acosa permanentemente al cuerpo, lo violenta. Siempre hay tensión, lucha, a veces una complacencia un poco irónica que causa risas en el público y descomprime;  volvés a sentir  tu cuerpo  como si llegaras de nuevo y te sentaras, solamente unos segundos, para que la frecuencia vuelva a subir…

El sentido es elusivo siempre, siempre se escurre, de eso se trata La lengua. La lengua no para, el músculo trabaja incansablemente, siempre dando pasos en falso, encandilándose, quedándose a oscuras, ilusionándose con todo lo que reluce, y al final, volviendo a quedarse a oscuras.

 

Cecilia Molina

Nací en Bahía Blanca, sobre el final la dictadura. Desde los ocho años practico, veo, hago danza y leo con pasión. Estudié Letras en la Universidad Nacional del Sur. Me recibí de Profesora de Danza Contemporánea en la Escuela de Danza Clásica de Bahía Blanca en la que luego trabajé como docente. Pisando los treinta viene a Buenos Aires. Sigo creando, investigando, haciendo danza. Este año comencé a cursar la maestría en Sociología de la Cultura en la Universidad de San Martín. Soy integrante del Grupo de Estudios de Danza y Performance del IDAES/UNSAM.