Fui a verla con mi hermano, a mediados de marzo de 2021. Eso fue extraordinario. Ir al teatro en este mundo, ir con mi joven hermano. El uso del barbijo de los espectadores impactó menos en mí que la última vez que compartí una sala, aunque tal vez me esté engañando. Hace tiempo vengo intentando entrenar mi atención en dar lugar a lo placentero. El registro de lo incómodo, la queja, la angustia, el miedo, todo ese caudal muscular-discursivo prende rápido y es bastante expansivo, ni siquiera tengo que alimentarlo e igual engorda. Cuando es posible, hago una pausa a mi violencia, respiro, rescato el privilegio de estar viva, de estar con mi hermano, de ir a ver una obra. Sus creadores la presentan así: “Un muchacho. Un varón. Un tipo común. Su casa y todas las generaciones que guarda adentro. Las manías. Sus cosas. La comodidad de la conversación con sus cosas. El sentimiento ancho de ser el único conquistador del hogar. Segundo escolta. Semifinalista. Un tipo común. La costumbre del recuerdo y los chismes mientras plancha la camisa.…