El límite de lo inanimado, parecería ser, justamente que no puede tener movimiento propio. A su vez, no puedo pensar el movimiento de un objeto en términos que no den cuenta de lo humano. Así, al hablar de movimiento puedo nombrar, entre otros, conceptos como kinesfera y afectación. Mi límite es lo inanimado, pero cuando veo en Casa Woodman que lo inanimado abandona esa muerte por la transferencia de la manipulación de la titiritera/directora a los objetos, no puedo más que quedar a cada instante sorprendida. Y hasta puedo describirlo, porque puedo decir del movimiento que es rápido o lento. La cuestión es que empiezo a “animar” y hasta “afectar” a los objetos. Me gustaría dejarlos objetos, pero no puedo, los afecto: ahora es una silla histérica, ahora son unos cajones curiosos, ahora veo al vestido suicida. Construyo esa “animación” del objeto. Y tengo impresión de humanidad o de movimiento afectado a partir del cuerpo ejecutante de la titiritera. Un mundo que parece ser autosuficiente, hasta que sentimos el suspiro final de ella que suelta los hilos de la vida.…