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Jueves, 29 Septiembre 2022 13:27

No/ver/e - Una relectura de las Cartas sobre la danza y los Ballets de Jean-Georges Noverre

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Es que el análisis, es eso: es la respuesta a un enigma, y una respuesta,

hay que decirlo por este ejemplo,

muy especialmente boluda. Es precisamente por eso que hay que conservar la cuerda,

quiero decir que si no se tiene la idea de dónde termina la cuerda

- en el nudo de la no-relación sexual - el riesgo es trastabillar. 

Jacques Lacan

 

 

Quizás este texto revistiera más impacto si estuviese escrito en tercera persona como le gusta a la mayoría. Esa seguridad que da saber de una imparcialidad ficticia, un texto que dice verdades desde la supuesta no posición subjetiva. Un texto propiamente dicho, sin sujeto, sin lector. En los términos que gustan a la universalidad para que nadie se angustie a menos que sea porque lo han hecho sentirse un ignorante. No puedo conceder tiempo a eso hoy, ni a LA escritura que sabe exactamente lo que hace. 

 

Empecé a trabajar como “maestra de danza” en una escuela para no-videntes. La mayoría de ellos con autismo, sordera, dificultades graves motoras y retraso mental. La escuela me dio la oportunidad de ir como “observadora” para planificar las sesiones. Luego de ese recorrido por los 12 grupos, charlas con los docentes y presencia en las clases, me dispuse a armar planificaciones, que son esa negociación entre la escritura de un universal imposible, el ideal de los objetivos de la escuela y las prácticas concretas dentro del aula con personas de carne y hueso que hasta quizás -con toda la razón del mundo- no tienen ganas de bailar o aprender a hacerlo. A fin de cuentas la escuela necesita alguien para la pantomima y en ese ida y vuelta, decido que intentaré fallar una vez más en mi cruzada con lo institucional. 

 

Recuerdo y reformulo ejercicios y experiencias, las cuales pienso que podrían funcionar para no-videntes. Y caigo en la cuenta, otra vez, como si fuese una novata, de la ficción de la que estamos presos cuando creemos trabajar la corporalidad sin usar la mirada. Dos clásicos: la mirada no necesita de la vista y bloquear o cancelar la vista no suprime la experiencia que tenemos de ser videntes. Lo que ha sido visto implica una codificación psíquica del cuerpo y el espacio. El uso del espacio está imbricado en el lenguaje, el lenguaje está en el cuerpo, en el movimiento del cuerpo, en las operaciones de pensamiento, las categorizaciones, la organización del espacio psíquico, que están (a veces a plena vista) en el modo en que las palabras nos fueron dichas, en nuestras interpretaciones y resonancias y estas se repiten mayormente sin consciencia incluso desde 1760. !La mirada es también una produccion simbólica! 

 

En el prólogo escrito por (AUTOR) de la edición en español de Las cartas sobre la danza y el Ballet, publicada por la editorial Arte Y literatural cuidad de la Habana-1985 dice que se consideró a Noverre el “Shakespeare de la danza”, la palabra autorizada, el nombre cuyo nacimiento hace internacional el día de la danza. Profesor de Ballets. EL PADRE DE LA DANZA. 

 

Noverre escribe lo siguiente en sus cartas sobre la danza y los Ballets: 

 

“Este ballet, señor, tiene una acción vigorosa y continua. Ha logrado, y puedo enorgullecerme de ello, una sensación que la danza no había producido hasta ahora. Este éxito me determinó a abandonar el estilo al que estaba apegado, menos, lo admito, por inclinación, que por conocimiento y costumbre. A partir de ese momento me dediqué a la danza expresiva y la facción de la danza. Quería representar de una manera más amplia y menos elaborada, y sentí que me había engañado enormemente al imaginar que la danza estaba destinada únicamente a los ojos, y que la vista era la barrera que limitaba su poder y extensión. Porque estoy convencido de que su poder es más extenso y que puede afectar el corazón y el alma. De ahora en adelante me esforzaré para que disfrute de todas sus ventajas.”

 

La vista limita el poder de extensión de la danza. ¿Cuál es ese otro campo que deja fuera a la danza? La posibilidad de afectar el alma humana. Entonces aquí Noverre arma el escenario argumental: la estética y los placeres del cuerpo no son suficientemente elevados, ni están ligados al alma o/y la mente. En el texto sostiene un lindo conjunto de binarismos: 

 

Pensar/sentir

Amor/sexo

Mente/cuerpo

y para rematar define “como hilo para el ojal” qué es lo mejor de cada par.

 

Lo trans no está invitado a la fiesta de LA danza.

 

 

Sigue El padre con su discurso: “Nada interesa tanto al hombre como a la humanidad misma. Sí, señor, es vergonzoso que la danza renuncie al imperio que podría imponerse sobre la mente y solo intente complacer la vista. Un bello ballet es, hasta el presente, algo que sólo se ve en la imaginación; como el Fénix, nunca se encuentra.”

 

Para No/ver/re la mente y la vista son asuntos separados. Noverre ubica a la vista del lado del cuerpo, pero en verdad,  anatómicamente, no vemos nada completo. De hecho la parte primordial del ojo es, podría decirse, un agujero. Es nuestro cerebro el que hace varias cosas para que podamos ver, completar el punto ciego de lo que vemos y dar sentido a lo visto y a lo no visto. Por otro lado, si hay algo de esencial para que la vista funcione, es el movimiento,que las imágenes fluyan. Figúrense: ¿qué pasaría si cada cosa que viéramos quedase fijada en el ojo?

 

Pero hay algo interesante que introduce la metáfora de la vista de Noverre, una pregunta soslayada por el incipiente positivismo que muerde los corazones iluminados. Una pregunta de esas que se cuelan para dar esperanzas, si se puede o no gozar con la mirada. La mirada sirve para el placer. Si la mirada es un objeto del cuerpo, se nos cae el cogito. 

 

Noverre le dice a LA danza que podría ser más que una puta si lo quisiera. Para él los placeres de la mente son más elevados que los del cuerpo. Su pensamiento no es radical forma parte de un contexto histórico específico. Y me arriesgaría a decir que no está tan lejos de algunas visiones actuales que, por amor a la libertad, la danza y la sexualidad, lo único que hacen es censurar. De nuevo, el problema es la operatoria y no el contenido. ¿Podría Noverre no ser Cartesiano? ¿Podría Noverre no fomentar los ideales de la Ilustración? ¿Podría no ser hombre, blanco y Europeo? ¿No habrá sido Noverre mejor alumno que profesor? Sin embargo, ¿Deberíamos cancelar al Padre? ¿Bloquearlo de las redes sociales? ¿Despotricar por lo que escribió en 1760? ¿Podemos responsabilizar al siglo XVIII y XIX por no visibilizarnos?  Si el enojo es con el sistema patriarcal, ¿no hay ninguna forma de tomar lo que sí y dejar lo que no?

 

Quizás sea necesario, volver a leer al Padre, al que imaginamos, al que nos contaron, tratar de analizar su posición y su herencia para preguntar(nos) cómo y dónde nos sostienen esas prácticas aunque creamos que las resistimos. No sea cosa que por huir de la boca del lobo unx se vuelva la boca del lobo. Y quizas, sólo quizas, tambien descubra que unx puede decidir, análisis mediante, no repetir en vez de resistir. 

Insistir en hacer existir LA danza, la verdadera, no va a cesar. Ofenderse con la diversidad de las artes del movimiento es la comprobación empírica de que por más que sus discursos sean inclusivos, el pensamiento social mute y las sociedades hayan podido alojar cierto margen de diferencia, hay quienes necesitan definiciones, el poder que otorga creer en la universalidad. 

 

Tantos modos de ver y no ver en nuestra escena.

 

Winnicott en un texto que trata sobre el desarrollo de la independencia psíquica del niñx a través de lo motriz, describe un proceso que va del sostén a través del cuerpo del otro hacia el sostén por la mirada (internalizada) de ese otro. No seremos conscientes de este proceso como infantes. Es decir, el niñx sale a explorar el mundo porque ese otro agente ha podido brindarle las condiciones para que el sostén se internalice y que la experiencia de su cuerpo pueda habitar el espacio desde ese tejido que se articula entre palabras, contacto y miradas. Su cuerpo y el espacio toman consistencia por estas operaciones. 

 

En el famoso Estadio del espejo en el que se constituyen ciertas cuestiones del cuerpo y el Yo, Lacan nos comparte la experiencia del niñx sostenido por un agente frente al espejo, nos habla del júbilo corporal del niñx al descubrir en la imagen una gestalt “completa” (frontal, agregaría a título personal) que le entrega unidad a eso de su cuerpo que hasta el momento percibía como fragmentado. Pero no basta con ello si no hay allí un otro que indique al niñx que eso que ve en el espejo, frente a él, es él mismo. Las palabras funcionan como un espejo, por lo que ser no-vidente reproducirá el mismo circuito psíquico pero de un modo distinto mostrando que el problema de la unidad del cuerpo, ese yo corporal del que habla Freud, es que la imagen de unidad del cuerpo se encuentra fuera del propio cuerpo. La mirada no es la vista así como la sexualidad no es la genitalidad. Hay una dimensión de la mirada para la que no se necesitan ojos, se necesitan palabras.

 

Ojos para NO/VE/RE

 

En mi trabajo de observación en la escuela me mandan a un aula. A la maestra no se la nota muy contenta con mi presencia. Me lleva hasta donde está una niña, quien está en un espacio separado del aula, aprendiendo los números. Tiene unas tarjetas de madera con unas hojas talladas, pintadas de color verde (aunque no se las vea tienen que ser verdes) los bordes de las tarjetas tienen una marca. La maestra me empuja a sentarme enfrente la niña a una distancia en la que era casi imposible cualquier tipo de interacción. Antes de irse la reta porque dice que ya debería saber los números. La niña no habla. Sólo da vueltas una y otra vez la tarjeta que tiene en la mano, tampoco las ordena. 

 

Cierro los ojos e intento leer una de las tarjetas, acercarme aunque sea un poco a su experiencia. Las de números pequeños no eran complicadas. El espacio de la tarjeta era “claro”, los bordes, la marca para saber dónde empezar a deslizar el dedo por la superficie. Pero a medida que iba avanzando en la tarea, notaba que podía saber cuántas hojas había sólo porque antes había visto la tarjeta y organizaba el tacto para comprenderlas. Aún así, mi acción de algún modo hizo que la niña empiece a ordenar. 

 

Abro los ojos. Ella va girando la tarjeta mientras cuenta las hojas. No está estancada en mi frontalidad. Me doy cuenta de que lo que yo puedo ver también es poco. Ella ve de otra manera, es una fantasía creer en el embrollo de una sensorialidad desligada de la mirada. No ordena las tarjetas porque quiere contarme otras cosas, por ejemplo, que se aburre, que ya sabe los números y que quiere jugar, pero le tiene miedo a la maestra. Sin embargo, con lentitud, ordena las tarjetas. La maestra  regresa, se dirige hacia mí y me dice: “No lo hagas vos, el trabajo lo tiene que hacer ella sola” y le desarma los números que había ordenado diciéndole “hacelo bien”. Le digo, ofuscada: “lo hizo ella sola”. “No te creo”, respondió antes de irse. Me quedé descolocada. La niña me agarró la mano, con su manito pequeña y suave y me dijo: “gracias”. 

 

 

Fátima Sastre

BAILANTE como una posición. Bailarina, Psicoanalista, Psicóloga social en trabajo corporal expresivo.  Creadora de DANZAPSI “Análisis psicoanalítico del sujeto  del movimiento”

Multipontecialite (Renacentista según la psicología de la personalidad) La curiosidad y el deseo constante por seguir conociendo me mueven.

Escenarios. Danza. Autogestión. Investigación. Docencia. Clínica Psicoanalítica.  Fotografía. 

Participa en Segunda como editora porque creo en/con  las palabras, me identifico en sus búsquedas y la libertad con la que es posible abordarlas. 

 

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