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Jueves, 07 Marzo 2024 18:39

Todo lo demás

Cómo citar este artículo
Amin, Jezabel (2024) Todo lo demás. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 7 de marzo.  

 

Ya no voy a profundizar en mis limitaciones. Sí en lo que me viene permitiendo el trabajo con el cuerpo desde lugares más amables. Los discursos con que llenamos nuestro pensamiento, hacen al tono muscular y viceversa. No puedo probarlo pero lo sé. ¿Alguien confía en un testimonio viciado por intenciones… ? No encuentro el adjetivo para mis intenciones. Son buenas, lo juro. Quiero que lo que me contagia otra inclinación a lo real, sea para todo el mundo. 

Si sólo crees que tu cuerpo está enfermo, lo odias por eso, lo sentís feo, lo estrujás, lo descuidas, pasan cosas. Si buscás otra manera, pasan cosas.

El diálogo con la carne ¿cuándo empezó? ¿Qué adulto te dijo algo sobre tu volumen? ¿Quién te hizo sentir fea? ¿te acordás? Yo sí pero dije que no iba a profundizar en mis limitaciones.

Empujada por otras voces, hace muchos años intenté verme desde otras lógicas de vida. Reconocer cómo estaba, permitir un pensamiento distinto, estar ahí un ratito, habilitar la contemplación. ¿Y si hay otra manera? pensé alguna vez jugando con mis piernas y algo se destrabó… y se sigue ablandando muchísimos años después, se sigue potenciando en diálogo. En mi carne dura, la práctica hace lento su trabajo pero constante. ¿Por qué las miradas que no valoran lo simple dejan de verme? ¿dejan de verte? ¿Podemos bailar los que nos podemos bailar? 

 

Si la danza enseña a dar permiso a reconocer cómo estamos, si da regalos de contacto y transformación, si es generosa en abrazos, si expande situaciones de placer, si enseña el poder de la regularidad, si enseña a ver lo mismo de otra manera, si dilata la experiencia de lo real, si te permite jugar con tus bordes, si te regala ternura, si te llena de amigas, si te hace ver energías en los gestos y crece la lista de lo existente, entonces, seguí bailando.

Si te permite reconciliarte con tus pliegues, tu atrás, si brinda esperanza sonriente y te llena de curiosidad y burbujitas. No dejes de bailar. No importa lo que digan las corbatas del mundo. Defender la alegría como alimento esencial, respetando el lugar de la angustia, sí pero encontrar la posibilidad de moverla también, creando otra relación con los objetos, con una misma, actuar el ahora hasta que sea pura realidad. 

Despejar, renovar, direccionar. Eso también se entrena en danza.

Dar atención a los pies no es lo mismo que olvidarlos, permitirles su relación con la tierra, ofrecerles espacio, no dejar que los zapatos los hagan forma ladrillito para siempre. Pensar la espalda ancha, no querer ser flaca si no lo sos, valorar el progreso (el mío, el tuyo) aunque sigan apareciendo lugares a los cuales no podemos llegar. Darnos pausa para seguir caminando. Porque dar atención no es lo mismo que olvidar. Habilitar el juego con la memoria, buscar sanar. No es lo mismo. Y esto también se juega en danza. La posibilidad de enriquecer el diálogo interno y reconocer novedades en nuestra autoimagen.

Voy a contar otra vez que me sorprendí cuando me encontré bien recibida por aquellas personas alegres y livianas que yo mismo miraba con envidia o aires inflados de superioridad poco atrás. Vengo aprendiendo mucho con, a través de ellas. Yo tenía ideas raras y limitantes del mundo de la danza, del masaje, del cuerpo, de la vida en general. Pura falta de conciencia y bajada de línea en medias conservadoras. Si te educaron a través de estas cosas, dibujate otras.

Reconociendo lo más reactivo de mi, digo que es mejor darse tiempo para atravesar los prejuicios e ir deshaciendo una forma de mirar. ¿Cuánto de la mirada condiciona el uso de tus caderas al caminar? Cambiá de ritmo un rato, fijate que te pasa, volvé a jugar. Deseo ser vista desde otro lugar, dejar de retarme, exigir, perdonar. Entonces danza.

Las ganas de seguir bailando, son cuidar la vida. Un regalo que me dejó ella, sus voces. La danza es todo lo demás.

Otras maneras de dialogar con la carne

Empezar a notar cómo me transformaba dándome atención de otra manera, hizo que me siga animando a encontrar nuevos lugares en mi materia, nuevas personas, técnicas también. Impulsada por el tango de Andrea Utchitel, llegué a la técnica Alexander, a los masajes de Jorge Gassetti, a Marcela Trappé, a prácticas de Feldenkrais, a entrenar mi voz, al pensar la relación entre el modo de pensar, mi reactividad, mi tono muscular. Pasaron cosas. 

En mi primer masaje de cuerpo entero, tuve la suerte de llegar a Jorge. Después de cambiar mi forma de esa manera, también mi autoimagen, quise hablar algo pendiente con mi papá. Lo que tenía contracturado en la lengua, quiso salir a pasear. La entrada al mundo psíquico desde lo físico, al fin, algo estaba cambiando de verdad. El diálogo con la carne se enriquece en buenas manos. ¡No se lo pierdan! 

¿Qué tan autora era de mi misma? ¿soy? ¿somos? ¿se entrena la voluntad? 

Si hay una herramienta de observación, reconocimiento, transformación, ¿quisieran ponerla en práctica? ¡Adelante! ¡salgamos a bailar! Trabajemos la consciencia de nuestro peso, reconozcamos nuestro lugar en el mundo para enriquecer el ánimo que alimenta la curiosidad en los pasos. Que lo turbio del mundo supuestamente adulto no se coma la ternura, la alegría, la capacidad de exploración y asombro.

Tu danza, ella y todo lo que nace alrededor. La fuerza que inspira el salto de creación. No se la pierdan.

 

 

Publicado en En palabras
Sábado, 22 Abril 2023 14:49

Columna no es corbata

 

Llegué a la clase con miedo a llegar tarde y a no poder moverme entre lo que imaginaba que serían acróbatas bailarinas. Está imagen limitante, esta idea confusa inicial de que a las danzantes les gusta saltar y moverse rápido todo el tiempo, son altaneras y no me quieren. Si. Mi imaginario no siempre juega a favor de la experiencia. ¿Alguien más se siente limitado por su imaginario? Con todas estas cosas activas en la mente, me sentí “nada disponible”, salvo un recuerdo propulsor. Muchas veces mi discurso interno habla en contra de la transformación y otra parte de mi, habla a favor de rescatar belleza de la memoria. A esta parte vamos a llamarla ella. Ella se deja mover, sabe bajar la guardia, dejar la dureza y renovar la capacidad de asombro. Ella quiere seguir viviendo.

En el salón, ella y yo fuimos al piso. Gruñendo la falta de plasticidad, sintiendo pesados los talones, cargando algunos kilos de angustia. Eugenia guiaba la exploración. Su voz viajaba calma, segura, a veces no tanto. Yo creía escuchar alguna pregunta entre sus silencios, una pregunta de Eugenia hacia Eugenia “¿por dónde sigue mi explorando mi voz?”. Tal vez nuevamente imagino cosas. O estaba pasando algo más en el salón. Su voz acompañaba el fluir interno de mi observación psicofísica. Suavemente apareció un espacio en mi forma de pensar. Por permitirme escuchar a alguien más, los prejuicios se adormecen y entro en otro carril de la consciencia. Cambio de foco, diría otra maestra mía. Palabras que me inspiraron en otro tiempo, vuelven conmigo. Mi presente recordando. Dejamos el piso. Voy, vamos al movimiento en el espacio, me doy la posibilidad de hacerle preguntas a mi forma. 

La parte “sana” de mí (ella) y yo, la voz de Eugenia y de Jose, las chicas en el salón. Con las preguntas de la espalda, al cuaderno, al piso, a la verticalidad, al piso. ¿Cómo fue el recorrido? Releo el cuaderno de notas, tengo la pregunta: ¿cómo estoy? Entonces hablo del lugar, de mis ganas y no ganas, de la embarazada de rulos, del deseo de entender, me pregunto por qué comí cereales y qué hay después de la muerte. ¿Qué hago acá? Escribí intenciones también. Tres. Uno, dos, tres. Escribí ideas alrededor de mi columna. La exploración escrita fue guiada por Jose. ¿Cómo pienso la columna?, ¿cómo pienso en mi columna? Usábamos la escritura como herramienta de observación.

Este ir y volver de la danza a la escritura, de la escritura a la danza, de forma consciente, dando atención a cómo doy atención, habilitó un nuevo espacio en mi misma, más calmo y respirable. Este nuevo lugar, transitado ya, conocido, reconocido y desconocido, relajó la tensión de mis prejuiciosos músculos. Era menos lo necesario para estar ahí. Este hallazgo, "tal vez es menos" me dijo alguien días después, me da esperanzas y ganas de volver. Ganas de contarles a todxs que hay posibilidades concretas de crear nuevos mundos. Bailar en el salón, es una de ellas.

No sólo escribimos, danzamos, escribimos. También dibujé algunas líneas pensando en mi columna, apareció algo que no esperaba pero estuvo siempre ahí. Aunque ni ella ni yo lo habíamos decidido ¡dibujé una corbata! La columna que había imaginado parecía eso. El papel delataba una versión mía. Tengo problemas con la formalidad y miedo al ridículo. Ese día me había propuesto respirar mejor. Intención primera, cumplida. ¿Qué le pasaría a un ejecutivo no bailante en este taller?, ¿a algún político con problemas digestivos? ¿A alguien que imaginó su columna en línea recta toda su vida? ¿cómo se insertan las imágenes entre las vértebras?

Moverse en un lugar desconocido es incómodo. ¿Qué les pasaría a todes los que estén seguros de donde están, quienes son, cómo es el mundo, hacia dónde van? ¿qué les pasaría con el asombro de la novedad? ¿qué nos pasa cuando nos dejamos tocar por preguntas? ¿cuándo habilitamos otra manera de estar ahí?

¿Desde qué lugares nutrimos el diálogo con nostrxs mismos? ¿Podemos direccionar el imaginario para ir a favor de la danzavida? ¿somos autores de lo que somos o nos arrasa el mar de los prejuicios? 

Recuerdo que al principio de la práctica, me sentí bastante pesada. Tuve un deseo en movimiento al evocar momentos con otra velocidad y oxígeno. Pensé, ¡quiero volver a bailar! Quiero bailar bien lejos de las ideas torcidas de la estética fruncida que todavía me constituye, quería bailar con menos prejuicios y me recordé pequeña. El imaginario a favor.

Entonces sí, ella se desplegó. Con la decisión de nutrir el espacio interno y el vínculo conmigo alrededor, sucedió lo imposible. Tal vez es la enseñanza más importante que me deja la danza nutrida de buenas manos y pies. Si direccionamos el deseo, pasan cosas, cambian las úlceras y las vísceras. Escribo ingenua y alegre otra vez, siento el fruto de la danza para el mundo en mi vientre: la carne escucha. Quiere ser escuchada también. 

Con el despliegue y el aire renovado, algo cambió en mi configuración interna y se hizo más liviano mi cuerpo en el espacio. La danza, el Feldenkrais, Alexander, la escritura, me brindan un campo de entrenamiento de la observación interesante para el autoconocimiento. Estás prácticas amplían el panorama mental, me cambian el mapa, me dan ganas de hacer preguntas todos los días. Las necesito todos los días, ¿por qué no lo logro? ¿Desde qué ideas me estoy moviendo ahora? ¿A través de qué conceptos pensamos el peso de lo que pensamos? La impresión que quiero dejar en los demás, ¿me inspira o me aplasta? ¿Cómo están tus talones? ¿Se puede construir identidad desde un lugar más blando y verdadero? Pausa y dilatación. Mejor dejar la pretensión de conocimiento absoluto. Un rato al menos. Descansar.

Aunque insisto. ¿Por qué no alcanza el testimonio para transformarlo todo? ¿por qué no alcanza que diga “yo me curé bailando” para que todxs salgan a bailar? ¿Por qué es tan escurridizo lo revolucionario? Parece dejar de existir cuando atravieso la puerta inflacionaria. Escribo ahora para recordar y porque recuerdo y quiero volver siempre a construir memoria desde la parte sana, desde ella.  Es necesidad vital. Más allá de los condicionamientos y el no reconocimiento, voy a tener que volver al salón y bailar, ejercitar el plan de operaciones para que gobierne ella, la que quiere seguir viviendo.

La posibilidad de registro del cómo estoy en diálogo con la percepción, sensaciones, ideas, la dirección de la intención, la perseverancia. Eso existe. El trabajo con el campo atencional viene siendo posible y renovador en danza, en escritura, en danza. Volví a darme tiempo para estar donde estaba. El diálogo con la situación conmigo entre las otras me alivió. Dejé el pozo para subirme a la intención de liberarme. Leo las notas otra vez y renuevo curiosidad, me ablando, respiro mejor. Una, dos, tres intenciones vividas.

Gracias bellas maestras por darme la posibilidad de darme un rato de paz y repensar el diálogo interno con el que nutro mi cuerpo. Lo repito. Gracias.

 

Texto hijo del taller de Josefina Zuain y Eugenia Estévez. Danza y Escritura. Vivido concretamente el 30 y 31 de enero del 2023, en un salón de la calle Fraga. Amplio, con piso de madera, baño pequeño. Vivido mentalmente, antes y después. 

 

Publicado en En palabras

Cómo citar este artículo. 

Zuain Josefina (2023) Twerk: autoconciencia a través del culo. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Entrega: 10 de Abril. 

Moshe Feldenkrais ha dicho que una autoimagen completa es un estado raro e ideal porque supone un conocimiento cabal del cuerpo. Sin embargo, sostuvo que se trata de un ideal puede ser alcanzado, aunque (y evidentemente) “en raras ocasiones”. El señalamiento de un ideal como posible y/o de un posible como ideal es, en este caso, el constructo de un estado superior de conocimiento y quizás también del ser (en el peor sentido del término), lo cual  vuelve a edificar el peligroso escenario en el que se realizan reparticiones morales dentro y a través de las técnicas de movimiento, las danzas y la morfología de los cuerpos.

El Twerk revela que la  autoimagen no puede ser completa, no puede ser aprehendida, atrapada o retratada; no se puede consumar en un saber-sabido porque cambia y seguirá cambiando. Porque la carne, que ha pasado a ser sujeto de la vibración, ya no puede fijarse en una autoimagen, porque la autoimagen nunca es (en el peor sentido de ser). 

Al mismo tiempo, ese culo que vibra por detrás y se disocia de las piernas, de la cara, del pecho, de las tetas y los brazos, ofrece una multiplicidad de sensaciones que revelan que la imagen no está necesariamente adelante. Volviendo contra las palabras de Moshe Feldenkrais, podemos retomar su afirmación acerca de que (...) 


Nuestra imagen es más precisa en la región situada frente a nuestros ojos que en la situada detrás de nosotros o sobre nuestras cabezas, y también lo es en posiciones que nos son conocidas, como la de estar sentados o de pie. (Feldenkrais, 1972, p. 31)


Puedo al menos señalar dos factores que se ponen en juego durante el entrenamiento de Twerk y que hackean, precisamente, los modos acostumbrados de la percepción (incluso de la percepción pensada desde técnicas de movimiento muy interesantes), a saber: (1) el culo que está atrás, no está tan atrás; (2) para bailar Twerk todas las posiciones son posibles, pero en contadas ocasiones te encontrarás bailando de pie o sentada. 

Es decir, esta tendencia a fijar la imagen por el frente, puede revolucionarse al incorporar el Twerk en la vida cotidiana, puede ofrecer una torsión que se vive, por ejemplo, al mirar el rebote de tus cachetes por los lados en un espejo que ya ni sabes si está delante, detrás o al costado de tu cuerpo (y eso ya ni importa). 

 

Ph. Moshe Feldenkrais. 

He podido comprobar, en las clases que tomo, en los laboratorios que coordino y en las confesiones que envian por escrito las personas que toman mis clases, que para entrar en el juego del Twerk es necesario asumir la condición cambiante de la autoimagen, y de esta manera, dar espacio a los procesos que pasan a tener lugar. En este proceso la escritura ofrece una alianza que considero una pieza radicalmente potente para vivenciar que el lenguaje también se parece más a una vibración del culo que a esa imagen certera de una autoimagen completa y erguida (a riesgo de rectificarse…) 

Es decir, la conciencia de la autoimagen no evoluciona hasta consumarse, porque la percepción, escucha y transformación de la autoimagen operan allí también, moviendolo todo. La autoimagen es móvil y cambiante, emerge y se escabulle entre la herencias, la educación y los procesos de autoconocimiento, es decir, entre aprendizajes y experiencias. Entre Twerks, charlas, sexo y escritura. Entre otredades de Twerk, de articulaciones, de culos y carnes (des)controladas.

Escribir con el culo: escrituras somáticas

Notando el carácter revolucionario del Twerk a niveles profundos, superficiales, cotidianos, sociales e íntimos, incorporé a los entrenamientos la invitación a realizar distintas operaciones para la escritura de registros. Escrituras que fueran capaces de atesorar momentos, elementos, aprendizajes y herramientas recolectados durante los procesos de transformación y “escabullicion” del yo tanto como del mi-cuerpo-mi-culo. 

La intención de la escritura, para mi y para el grupo, era y es la vuelta sobre preguntas, sensaciones, temores, vergüenzas, divertimentos, cansancios y la reflexión acerca de la mala fama que tiene lo grotesco, lo incomprensible, lo difuso, lo vibrátil. Así que para acompañar el entrenamiento en Twerk llevamos un diario en el que se van pegoteando los momentos del proceso, los procesos del vibrar y los tesoros de bailar y sentir las zonas erógenas vibrando y rebalsando. 

El diario de Twerk no es un espacio de registro de verdades, no es una herramienta para acceder a la autoimagen completa o completar la autoimagen y consumarla. El diario no es una propuesta para delinear bordes claros y establecer(nos) en autosaberes-autoidentitarios. El diario permite ver cómo el registro mismo hace de motor de cambio. Es un trabajo de atención con la percepción, una práctica somática.

Estoy convencida de que la escritura de un diario jamás funciona como la fijación de un yo o una autoimagen, sino que se constituye como un práctica  que acompaña e impulsa los procesos de transformación, siempre y cuando el diario se sepa íntimo y destruible. Cuando emerge la imagen de una lectura potencial, el diario pierde sentido como tal y pasa a ser una imagen proyectada en palabras.  Una imagen a la cual se quiere acceder y a la cual probablemente no se acceda ni se accederá jamás. ¿Me levanté un poco drástica?

Así, desde las clases, atender cómo muevo el culo es atender también cómo escribo y atender cómo escribo (cuándo, dónde, a qué velocidad) es atender cómo vivo. Es que, evidentemente, observarse a una misma es mucho más transformador que repetir mecánicamente cualquier acción o comportamiento, eso lo aprendimos en las clases de Feldenkrais y Eutonía, las sesiones de psicoanálisis y las charlas con amigas. 

Atenti! Separá los cachetes, no arrugues el piso pélvico

Las indicaciones pretenden menos la reproducción mecánica de un estilo de danza y más el desarrollo de superhabilidades culísticas por medio de la orientación de la atención y la escucha. Este entrenamiento, el de la práctica de la escucha de ese atrás que se desborda por los glúteos medios, es una técnica somática. Lejos de entrar en la cuestión del  copyright, la pregunta acerca de los modos en que los saberes de las prácticas somáticas me podían ayudar a transmitir el Twerk se manifestó en la acción. Podríamos decir que sucedió solo, pero esa fórmula me quitaría toda respons(h)abilidad al respecto. 

Necesitamos saber y sentir que el trocánter es circular, que el psoas conecta costillas con trocánter pasando por delante de la cresta ilíaca. Necesitamos sentir para saber que existen tonos musculares y que podemos maniobrar con ellos para componer vibraciones, configuraciones y twerkeos. Necesitamos distinguir tendones de huesos de carnes de piel… Los imaginarios, la información colaboran con el desarrollo técnico. Dentro de estos parámetros necesitamos también, hacer pausas. La pausa permite resetear la atención, hacerlo cada vez como si fuera la primera vez, y, de alguna manera, desarmar o torcer la noción de que la cantidad es preferible a la calidad. Feldenkrais explica la pausa de la siguiente manera: 


La posibilidad de una pausa entre la creación de la pauta de pensamiento de cualquier acción particular y la ejecución de esa acción constituye la base física de la conciencia. Esa pausa permite examinar qué sucede en nuestro interior en el momento en que se forma la intención de perpetrar el acto, así como durante su comisión. La posibilidad de aplazar la acción —de prolongar el período que separa la intención de su ejecución— permite al hombre aprender a conocerse. Y es mucho lo que hay por conocer, pues los sistemas que llevan a cabo nuestros impulsos internos actúan automáticamente, como en el resto de los animales superiores. (Feldenkrais, 1972, p. 54)


Las imágenes y las herramientas nombradas y convocadas en cada clase, permiten pensar y actuar, actuar pensando y pensar actuando. Esta es una base pedagógica de muchas técnicas de danza y del abordaje técnico de muchos estilos, escuchar mientras al mismo tiempo se está haciendo permite realizar ajustes sin detener el movimiento y la exploración kinética que se está atravesando, permite acompasar la escucha al movimiento.

El principio de trabajo es la noción de que el proceso de aprendizaje es un proceso de diferenciación. Esto quiere decir que desarrollar la técnica de Twerk es entender, sentir, percibir y maniobrar la(s) diferencia(s) entre vibraciones, direcciones de cadera y ritmos; entre partes del cuerpo, texturas, densidades cárnicas y empujes. Sostener este discernimiento en el espacio y en las distintas posiciones, por ejemplo, hacer jigle en cuatro patas, en ranita, invertida, de pie y en cualquier otra posición o configuración del cuerpo en la que me las arregle para no detener la vibración.

 

Pseudo Galeno, origen inglés, mediados del siglo XV. Londres, Wellcome Library, Ms. 290, fol. 52v (el cuerpo de la gestante y la formación del feto).

 

La habitualidad de los hábitos 

Hace falta desarmar muchos hábitos, este proceso no implica reemplazar de una imagen por otra, sino construir otra forma de pensar, sentir y constituir técnica. Una oportunidad para hacerlo de otra manera porque el Twerk cambia los modos en que habitualmente vivimos-usamos-somos el sistema de colaboración dinámica entre mirada, tacto y propiocepción. 

Durante el Twerk la mirada no puede funcionar como vigile de tus movimientos. No podés corroborar con la vista, incluso cuando estés bailando frente a un espejo e intentes mirar(te) el culo, la relación se organiza de un modo diferente porque el oído interno y la mirada se ubican en torsión: permanecen torsionando. 

La configuración del cuerpo en torsión también modifica el sistema de información que circula entre y en las articulaciones, lo que, como decía, transforma los circuitos de información que constituyen la propiocepción y eso cambia la imagen y las intenciones de su captación y construcción. 

Además, el Twerk es un modo de multiplicar los usos y las variabilidades tonales de los músculos que realizan la mayor porción de fuerza en toda actividad. No solo cada uno de ellos, sino fundamentalmente sus modos de funcionar en relación. Feldenkrais sostiene que para que los movimientos sean “eficaces” el trabajo pesado debe ser transferido a los músculos capaces de hacerlo y señala que los músculos más grandes y fuertes son los conectados con la pelvis:


La mayor parte del trabajo la ejecutan esos músculos, en particular los de las nalgas, los muslos y el abdomen. A medida que nos alejamos del centro de gravedad del cuerpo en dirección a las extremidades, los músculos se tornan cada vez más delgados. Los músculos de los miembros están construidos de manera que puedan dirigir sus movimientos con exactitud; a la vez, la mayor parte de la potencia de los músculos pelvianos es conducida por los huesos de las extremidades hasta el punto donde debe ejercerse. (Feldenkrais, 1972, p. 95)


El movimiento es el mejor medio de aprendizaje porque es la principal ocupación del sistema nervioso.  El fortalecimiento y la apertura de variabilidades de la musculatura ofrece una optimización de la atención durante la escucha. 

De la imagen plana vamos pasando a un volumen multidireccional, un(os) espacio(s) densos, opacos, bifurcados. Densidades de carne, variabilidades de la(s) piel(es), variabilidad de las sensaciones. No olviden que en el piso pélvico está el clítoris y la vibración del clítoris provoca orgasmos. 


Un cambio fundamental que opere en la base motriz, dentro de cualquier patrón de integración, puede fracturar la cohesión del conjunto y, en consecuencia, liberar al pensamiento y el sentimiento de las ataduras que los sujetan a los patrones de sus rutinas establecidas. En esa situación es mucho más fácil efectuar cambios en el pensamiento y el sentimiento, puesto que la parte correspondiente a los músculos, por intermedio de la cual el pensamiento y el sentimiento llegan hasta nuestra conciencia, ha cambiado y ya no expresa más las pautas que nos eran familiares. El hábito ha perdido su principal sostén, que son los músculos, y se ha tornado más dócil al cambio. (Feldenkrais, 1972, p. 47-48)


 

Twerkear y Persistir. Persistir y Twerkear

Volviendo a la pregunta por lo que se revoluciona en el Twerk, podríamos decir, aplicando los términos en que se expresa Moshe, que el Twerk es revolución porque, dado que vivimos en una sociedad que exige un desarrollo mínimo de las personas, solo aquellas que viven fuera de lo corriente, persisten en mejorar su autoimagen, ampliar su potencial y vivir la vida como una transformación constante, como un proceso vital. 

De la misma manera que para hacer cambios en la forma de danzar, vivir, sentir y pensar, es necesario cambiar la autoimagen y provocar en ella cambios constantes. Estoy convencida de que cambiando las formas de danzar es posible ejecutar cambios a todos los niveles. Del todo a la parte de la parte al todo o, mejor dicho, del todo como parte de la parte que es el todo. 

Bailar Twerk es placentero, energizante, divertido, sensual y difícil. La integración de actividades con estas características en la vida cotidiana de las personas es revolución porque permite darlo vuelta todo.

La autoimagen puede tener la forma de una vibración, lo que la vuelve difusa o borrosa. O al menos no la vuelve ni tan clara, ni tan distinta. La autoimagen tiene un desarrollo muy específico cuando la vibramos sacudiéndola como agua posada en la piel de los cachetes del culo. En definitiva, estamos trabajando con la pregunta que presenta Marie Bardet en Perder la cara, un libro-dispositivo que desmantela o raja la tela de fondo que sostiene la hegemonía de lo visual y su consecuente organización frontal del cuerpo (Realicemos una lista de las consecuencias para el culo!!):  


¿cómo situar -y situarse con - una atención (antes que con-ciencia) corporeizante, o ecosomatica, relacional, que emerge por fricción y con-tacto, intensidad y extensión que crecen de los movimientos y las sensaciones? Una atención dinámica “ a través del movimiento”, por tendencias movientes de manera conjunta a los cambios y a través de las sensaciones como diferencias, que afirma sin una interioridad segura de si mismx (moi), ni una síntesis conjuntiva del yo (je), componiendo un agenciamiento de sensaciones, movimientos e imágenes. (Bardet, 2022, p. 148)


Y el proceso no es simplemente sencillo, porque “a medida que se operan cambios en la propia persona se descubren dificultades nuevas, hasta entonces inadvertidas (...) solo a medida que la confianza en sí mismo se fortalece se torna posible reconocerlas” (Feldenkrais, 1972, p. 17). Y sacudrilas y (des)ordenarlas y transformarlas.  

 

Bibliografia. 

Bardet, M. (2022) Perder la cara. Buenos Aires: Editorial Cactus. 

Feldenkrais M. (1972) Autoconciencia a través del movimiento. Ejercicios fáciles para mejorar tu postura, tu visión, imaginación y desarrollo personal. Barcelona: Paidós. 

 

Ph de portada. Tomada de “Peter Reed. El clasicismo de los glúteos apretados de un bailarín”. Autor: Robert Mapplethorpe. Estados Unidos, 1980

 

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