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Zuain, Josefina (2022) Danza y Fanzine: Transducciones e intimidades de la historia. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN 22508708. Publicado el 8 de Septiembre.

En Marzo de este año estuve en Argentina por visitas familiares, trabajo y amistad. Durante esos días, que pasan rápido y están llenos de personas, tareas, encuentros, abrazos, trabajo y mucho más, Marie Bardet me regaló un fanzine. Se trata de una pulicación pequeña, un impreso en blanco y negro, 28 páginas de conversaciones, reflexiones y apuntes a mano, que reúnen textos de Silvio Lang, Maria Landeta, Marie Bardet y @wxzrxm (¿Pensarán lxs investigadorxs del futuro que se trata de una logia, una persona o un mensaje enviado por un alienígena? Esta pregunta se entenderá más adelante). 

Creería que este fanzine que hoy me convoca a la escritura se entregó durante las presentaciones abiertas de Intimidad de lo común, luego del trabajo de investigación en residencia que realizó el equipo durante septiembre y octubre de 2021 en el Centro Cultural Haroldo Conti. El Programa de Residencias de Creación Coreográfica incluyó también las investigaciones de Diana Szeinblum y Jazmín Titiunik, con el acompañamiento de Marie Bardet. 

Leí los textos en el avión de regreso a Italia, durante esas largas horas alternadas entre llantos, siestas y comidas. Horas que inmixtan alegrías y tristezas muy profundas. No vi la apertura de las residencias, de hecho hacía casi dos años que no volvía a Argentina. Mientras me alejaba una vez más, leo que María le había dicho a Marie en algún momento del año pasado: “es que el contacto no es, osea, la piel no es solamente ese borde de un cuerpo entendido, bueno, sí, va a tocar, sino que también es esa membrana que en la disparidad sigue regenerando esa meta-estabilidad que nos hace vivas, esa individuación viviente que vive sobre el límite y que sigue siendo para mí esa obnubilación u obsesión de Simondon que insiste a través del texto de Muriel Combes”.  

 


¿No es engañosa esa desigual posesión del libro tal como la registran los inventarios notariales y los catálogos de los libreros? Por un lado no tiene en cuenta más que las obras cuyo valor justifica su inclusión en un inventario de bienes o su venta en subasta pública. Por otro lado, pasa por alto todos aquellos libros que sus lectores no poseen en propiedad,  por haberlos tomado prestados, o leído fuera de sus casas, o escuchado.  Por último, las cifras son incapaces de comprender que la lectura es la construcción de un sentido que se sitúa en el encuentro del “mundo del texto” y el “mundo del lector”,  como escribe Paul Ricoeur. Comprender la apropiación de los textos por sus diferentes lectores,  tal como muestran las acciones y normas que definen en cada comunidad la práctica de la lectura, no puede ser resultado de la mera enumeración de los títulos poseídos. (Chartier R. 1997, p.16) 


Las charlas por whatsapp entre Marie y Maria dan cuenta de una dificultad: María no pudo viajar a la Argentina para dar continuidad al trabajo que había empezado poco tiempo antes de la pandemia. El programa de residencias se retomó un año después. La pandemia había provocado el regreso de María a Chile. Un cumpleaños se festejó de forma clandestina antes de su partida, su  recuerdo se manifiesta como una sensación presente en María y en Marie. 

Leí, me emocioné, morí de ganas de abrazarlas. Lamenté haberme perdido la performance, de la cual ví fragmentos en instagram y leí comentarios llenos de emoticones. Corazones, caritas felices, palmas que aplauden y otros jeroglíficos extraños que hoy resultan bastante evidentes, pero, ¿qué pasará mañana? Esa es la pregunta que me obsesiona, sobre la cual vuelvo a cada rato. Una pregunta que hace correr las acciones más cotidianas como si me encontrara sumergida en una escena de suspenso. A veces me atosiga, por ejemplo,  cuando pongo en la parte de arriba de una carta la fecha y el lugar en dónde fue escrita y firmada. Cada trámite que realizo, cada posteo, cada mail, cada hoja de los cuadernos que escribo son potenciales documentos de cuando este presente sea pasado. Hasta los chats se me hacen fragmentos de archivos invisibles que el día de mañana podrían ser leídos por alguien. 

A partir de esa atención constante a los archivos que estamos creando sin darnos cuenta, se ha desplegado mi trabajo, mi escritura, mi investigación. También es una mirada respecto de lo que puede perdurar, por ejemplo, dentro de quinientos años, ¿cómo serán leídos los fragmentos de lo que sea que quede? Dentro de todo lo que hay, algunas cosas tienen más posibilidades de permanecer en el tiempo. Detectar la precariedad de permanencia temporal de un material es una pregunta por el archivo y esa pregunta es colectiva porque no me envuelvea mí, sola y retirada en un mundo de escrituras personales.

Las charlas de whatsapp son documentos también, escrituras que creamos día a día muchas veces sin conciencia de estar haciéndolo. Este fanzine, sin embargo, es consciente de ese proceso de documentación y hace de él un dispositivo de escritura. La decisión de publicarlos en un fanzine es una respuesta a mis preguntas. 

Además de tener obsesiones soy historiadora y últimamente me he dedicado a buscar rastros de danza en ese larguísimo período de tiempo llamado medioevo. Cuando una se aproxima al estudio de tiempos tan lejanos, la primera investigación implica saber cómo y por qué ese documento que estamos leyendo se conserva aún hoy. Ese primer paso es en sí mismo un relato histórico que emerge entre manchas de humedad, tipografías difíciles de entender, fórmulas lingüísticas en desuso e imágenes plasmadas en una piel bien preparada que se ha conservado gracias a saberes prácticos transmitidos por generaciones y generaciones.

En paralelo temporal, llevo años investigando las maneras en que los artistas presentan sus proyectos en convocatoria. Perdón, reformulo. Llevo años investigando las maneras en que los artistas presentamos proyectos en convocatoria. Esas oficinas en las que se reciben miles de aplicaciones anuales, por ejemplo, son archivos que están creándose sin que les prestemos atención, al menos no en tanto tales. De hecho, si lo pensamos racionalmente, es mucho más probable que dentro de quinientos años se conserven los documentos que están en el Instituto Prodanza, incluso sus computadoras, y no todo lo que tengo alrededor en este momento, desincluido este portátil que pronto va a dejar de funcionar. El problema que yo veo en ese archivo es que no refleja en nada lo que hacemos cuando hacemos danza hoy, como sí lo hace, por ejemplo, el fanzine de Intimidad de lo común.

Los archivos que se producen por acumulación de aplicaciones reflejan que tanto la práctica de gestión de recursos como los informes administrativos son documentos falsos. La escritura para la gestión de recursos es una tarea extraña porque implica escribir proyectos de cosas que aún no hicimos (y que en muchas ocasiones no sabemos cómo haremos), para gestionar fondos escasos con los cuales terminamos haciendo otras cosas porque nunca un proyecto escrito es equivalente a la obra que se realiza con posterioridad. Sin embargo, alguien en un futuro, quinientos años adelante, podría encontrar fragmentos del archivo de Prodanza y sacar muchas y erróneas conclusiones. Mucho más justas serían las conclusiones derivadas del fanzine, pero, tenemos que hacer algo para conservarlo. 

La parte divertida de ser historiadora es que sabiendo del riesgo de la lectura errada se pueden al mismo tiempo torcer ciertas hipótesis acostumbradas y mejorar aquello que se documenta de la actualidad: eso es hacer archivo. 

La parte interesante y el gran desafío es volver y volver sobre las hipótesis teniendo presente la dinámica social, lo colectivo y el cuerpo que dió como resultado ese fragmento de algo con lo cual estamos trabajando. Pensar que ese pasado se parece más al caos contemporáneo que al relato histórico ordenado a través del cual nos hemos acostumbrado a pensar tiempos remotos, suele ser una herramienta útil. De hecho, si bien sigue siendo un misterio aquella pregunta simondoniana que retoma Silvio: ¿Cómo es que hay energía-de-más en los cuerpos para no seguir repitiendo una costumbre, percibir algo diferente y cambiar la frecuencia?, de la historia y los modos en que ha sido estudiada, pensada y relatada, podemos aprender maneras de torcer los rumbos de la costumbre. Por ejemplo, respecto del libro, el inventario y lo que se interpreta a partir de esas relaciones: 


Al lado de los libros que merece la pena conservar por su propietario y registrar por el notario, existe toda una producción impresa de cuadernillos baratos que los vendedores ambulantes difunden y que se leen sin que el lector, y mucho menos quien hace el inventario de los bienes, dejen huellas de los mismos (Chartier R. 1997, p.20-21) 


El libro ha ocupado históricamente un lugar privilegiado para todo acercamiento al pasado, principalmente porque el libro es un dispositivo de catalogación sencillo. En verdad, ¿es un dispositivo de catalogación sencillo o gracias a su uso masivo hemos arribado a un sencillo sistema de catalogación? Probablemente, ambos aspectos del proceso forman parte de lo mismo. Los inventarios forman parte del libro como dispositivo: inventario y libro son parte de sus usos y funciones. 

Sin embargo, basta con echar una mirada alrededor para darnos cuenta de que la mayor parte de la escritura con la cual tenemos contacto diario no se encuentra en los libros. Vivimos en un entorno lleno de escritura y esa no es una realidad exclusiva de nuestro presente. Tendemos a pensar que nuestro presente “tiene más” y hay algo de cierto allí, pero también es un error gigante. Hay más personas, si. Hay más objetos, si. Inventamos el plástico, claro. Hay más construcciones y los traslados de personas son constantes, si. Existe la tecnología digital, si. Pero no podemos pensar que “hay más” en un sentido opositivo que defina un “menos”, por ejemplo, durante el medioevo. ¡No!

¿Cuántas veces en tu vida estuviste en una plaza durante horas leyendo un libro en voz alta junto a otras quince, veinte o treinta personas? Imagínate que, además, son personas que conoces, sabes que fulana quedó viuda hace dos meses, que tiene tres hijos, que perdió varios embarazos, que mantiene hace años un amorío con mengana, que en la casa donde vive actualmente antes vivía tu primo, un tipo que te caía muy bien y que te enseñó a leer cuando eras niña. Tu tío, ese que ahora vive en una ciudad lejana de la cual no recordás el nombre. Imagínate que a cada persona que está allí contigo le corresponde en tu memoria afectiva una gran cantidad de datos y sensaciones. Imagínate que esa tarde terminaste de arreglar las mantas que necesitarás para el invierno, el cuál sabes que se aproxima porque las olivas ya tienen un tamaño considerable aunque aún están verdes. Imagínate que conoces las piedras del camino como a la palma de tu mano y conoces mejor la topografía del terreno que los rasgos de tu cara. Imagínate que sabes perfectamente cómo son las flores que salen en primavera y conoces también las propiedades curativas de las plantas que te rodean. Sabes dónde cayeron las semillas, sabes dónde van a crecer al año siguiente y cuándo. Eres capaz de reconocer cientas de variedades de hongos, eres capaz de armar un huerto y de estar en la plaza cuatro horas escuchando cómo alguien lee un libro para vos y varias personas más. Eres capaz también de leer en voz alta para que muchas personas con las que tienes relaciones de todo tipo e intensidad, te escuchen. Imagínate que sabes muchas coreografías de memoria, que se bailan en momentos específicos del año, todos los años, y también te encanta ir a las fiestas en donde se baila improvisadamente. 

Imagínate, por último, la cantidad de cosas que no podemos siquiera imaginar. El problema del acercamiento a los materiales de tiempos remotos exige abrir la imaginación a esferas que exceden el libro. Es necesario no hacer lecturas literales de la relación libro-lectura y, mucho menos, establecer en el libro la primacía de la circulación del saber, porque antes (y ahora):  


La posesión de un libro no era el único medio de acceder a él, pues estaba también el préstamo o intercambio, y la lectura silenciosa tampoco la única vía para conocer su contenido, pues conviene recordar que las prácticas del pasado eran muy distintas de las actuales. Más allá de la lectura individual, estaba la lectura en voz alta, en un espacio privado o público, que multiplicaría la transmisión de los textos. Es difícil conocer con precisión el ámbito de difusión de un libro antiguo, pero el número de ejemplares conservados o su trayectoria editorial nos dan unos claros indicios, sumados a otros datos a los que empieza a concederse cada vez mayor atención, como su registro en bibliotecas, en inventarios de impresores, o en inventarios post mortem (IPM), así como por las distintas marcas de sus usuarios. (Lacarra, 2019, p. 329)


El texto co-escrito, co-hablado, co-desgrabado entre días y kilómetros, entre Marie y María arranca así: “Lo viviente vive sobre el límite, no es la expresión de una interioridad que habría que criar que cuidar que que proteger que suavizar que erguir”. Y por los bordes se escribe a sí mismo. Da cuenta de los momentos por los que pasa la búsqueda de una metodología, un procedimiento de escritura capaz de resistir la distancia y, también, utilizarla. “Igual con muchas ganas de verte, pero con cero melancolía”. Del proceso de residencia, sabemos que hubo lecturas compartidas, en voz alta, en rondas o no, con ropa o no, friccionando pieles, haciendo cucharita, acariciando y siendo acariciadxs. 

Volver al tacto como gesto de escucha. Volver al grupo y lo colectivo para explorar la intimidad de lo común entre preguntas que suspenden la certeza moral de la higienización del contacto entre los cuerpos. De la misma manera, los inventarios del pasado y los inventarios que proyectamos hacia el futuro más lejano que podemos imaginar: lecturas compartidas que hacen prácticas, que hacen huecos, que exudan escrituras, que acarician reencuentros. 

Pienso en mi biblioteca. Mis posesiones, mi inventario. Desde que vivo en Italia, con un presupuesto bastante ajustado a decir verdad, leo muchísimo material en digital. Muchas veces me imprimo libros enteros, artículos académicos y otros textos, otras muchas veces, simplemente convierto el PDF o el .doc en MOBI y lo leo en el kindle en la cama. Mi biblioteca aquí no es mía sino que la compartimos con mi pareja. Contiene una selección de libros muy extraña y casi todos son en italiano. Tenemos algunos libros editados en el 1800, caricaturas, novelas, algo de teoría del arte, la mayoría de los ejemplares pertenecieron a un famoso director de cine que falleció hace un año. Casi ninguno de esos libros los he leído porque aún me cuesta muchísimo leer en Italiano. Si alguien inventariara la biblioteca de casa para rastrear mis intereses de este momento sacaría una serie de conclusiones muy creativas. Y probablemente ni siquiera notaría que en mi mesa de luz guardo un tesoro que he leído reiteradas veces este año: el fanzine. 

La publicación en este formato lo sabe. Marie, un día que las palabras le llegan primero en francés, se agita, se retuerce, dice como si repitiera las palabras de María: “compartir algo de esta intimidad ehhh no es exponerla porque la retórica de la exposición presupone una intimidad individual”. María, por su parte, retoma palabras de Marie luego de revisar durante un (¿largo?) rato las charlas: “un espacio de dar consistencia y a la vez de agujerear una distancia por un lado, una frustración de no, de no poder tocar nuestras pieles y un contacto muy muy consistente… he sentido mucho que me tocas con lo que me dices… y me siento tocándote cuando te hablo”. 

Claro, yo no estuve allí, no vi la obra, no formé parte del proceso de investigación. Sin embargo este fanzine me acerca la intimidad del proceso y su es ex-piel-sición. Diríamos que es un documento verdadero pero que corre muchos riesgos de no ser tomado en cuenta dentro de quinientos años. La lectura es también un dispositivo que hace vibrar la piel y es parte de la investigación corporal-escénica. La residencia incluye todas las escenas, también la mañana en la cocina mientras María prepara un café del otro lado de la cordillera. 

La decisión es importante. No es lo mismo un laboratorio que cierra abriendo sus puertas y repartiendo un fanzine, que otro laboratorio que se cierra sin fanzine. De esas decisiones se compone, existe y es la práctica. Es por ello que el fanzine me lleva al libro, al problema de cómo leemos lo que circula y con qué parámetros de legitimación necesitamos contar para entender su valor. ¿Es antes, es después, es durante? 

Señala Silvio: “Sabemos mucho de cómo las sociedades son domesticadas, sobre cómo los cuerpos se normalizan. Pero, ¿cuánto conocemos de la transformación social? ¿Qué hace que se produzcan cambios en la vida cotidiana de los cuerpos y la realidad psicosocial? ¿Cómo se produce la novedad en las sociedades? ¿En qué campos de resonancia vibra el estado pre-revolucionario de lxs individuxs?” (2021). Volver al escenario, volver al tacto, volver a volver no fue un proceso sencillo luego de tantos meses de cuarentenas incomprensibles que nos mantuvieron relacionándonos por medio de dispositivos digitales. Sin embargo, el texto da cuenta de lo que continúa. ¿Cómo conservamos lo que hacemos? ¿Cómo circulamos lo que escribimos? 

 


 

Un pequeño epílogo. 

Entre el libro y el fanzine emerge el problema del inventario, emerge un problema metodológico clave para el estudio de la historia. Sin embargo, claro, la escritura del fanzine y la escritura de este texto lo cambia todo, ustedes ya lo habían notado. 

Entonces, entre pasados remotos y presentes proyectados al futuro como cápsulas del tiempo, escribir y editar materiales se ha convertido en mi misión. ¿Qué queremos conservar y para qué? Es una pregunta que se responde aquí, en cuadernosdedanza.com.ar y se responde en libros que vamos publicando como podemos y cuando podemos, pero sin parar. 

La escritura lo cambia todo. Hay colectivo en la medida en que una emoción se estructura. Hay colectivo en lo que se escribe y se publica. 

De hecho, luego de que este fanzine estuviera durante meses latiendo en la mesa de luz, llegaron a mis manos más y más fanzines de danza que viven todos juntos ahora en una caja destinada a tal fin. La vida es extraña. Este encuentro azaroso entre fanzines devino un proyecto editorial que estamos comenzando a diseñar junto a Marina Lanfranco: una fanzinoteca y un libro (¡tan inventariable!) que sea capaz de llevar fanzines al mundo de la catalogación. Porque el libro puede jaquearse a sí mismo y la biblioteca también se puede conmocionar gracias a un movimiento que atraviesa los cuerpos y se propaga: desde Chile a Argentina a Italia, desde los omóplatos con la mano en el centro, desde la palma por el sacro hasta la mano justo en el centro de la espalda. Una piel que se propaga en escrituras que también dan forma a relaciones transindividuales que producen muchas posibilidades de la Intimidad de lo común. 

 


Ficha técnica.

Creación y Performance: Alan Borsini / Flor Sánchez Elia / Jaguar Dorado / Julia Hadida / Julián Dubié / Lucía Amico / Nehuén Zapata / Rodolfo Opazo

Performance sónica: Valentín Piñeyro

Voces: María Landeta y Marie Bardet

Track musical: "Te quise más que a las estrellas" - Yung Soft /Agvarecords

Colaboración Artística: Paula Garland y Juan Pedro Scioli

Producción: Rafael Nir

Dirección: Silvio Lang

Esta investigación artística fue iniciada en relación al libro "Simondon: Una filosofía de lo transindividual" (2017) de Muriel Combes, en residencia de creación coreográfica en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, en septiembre/octubre de 2021, en el marco del programa “Transducciones”, con el Apoyo del Instituto Francés de la Embajada de Francia en Argentina, la Asesoría Teórica de Marie Bardet, la Coordinación Artística de Damiana Poggi y Luciana Daspolo, y la Coordinación General del Programa de Silvio Lang.

Realización Audiovisual: Ramón Miquelot / Manuela Ceriani / Kathy Frank / Camila López Pozner

Sinópsis. https://vimeo.com/632897593


Anexo - Lo viviente sobre el límite por Marie Bardet

“Lo viviente vive sobre el límite” escribe Simondon; vive a través de -y atravesado por- los intercambios que pasan y espesan, en su metaestabilidad, una membrana; “su realidad es transductiva, es la de una relación que une dos relaciones” despliega Combes en su lectura política de la transducción como proceso de subjetivación.

A lo largo de la residencia “Transducciones”, Silvio Lang, Alan Borsini, Flor Sánchez Elia, Jaguar Dorado, Julia Hadida Julián Dubié, Lucía Amico, Nehuén Zapata, Rodolfo Opazo, Valentín Piñeyro y María Landeta, se metieron en el amasamiento de preguntas situadas en un presente que decupla las regulaciones verticales, rectas y coloniales de los contactos, y de las cercanías y distancias. Meterse en, con, desde, entre, una piel como sedimento de pasajes de umbral que desvían, tuercen y encorvan los espacios y los tiempos, más que como envoltorio de una interioridad que habría que criar, que cuidar, que proteger, que sanizar...

¿qué experiencia de lo colectivo hace una danza cuando la piel es menos frontera de interioridad que membrana vibrátil de lo transindividual? ¿es la vibración el modo no sustancial de entrar en contacto? ¿es el pasaje de umbrales y las frecuencias de onda un modo de articular objetos, sonidos, materias, pensamiento, con conceptos, afectos y perceptos? ¿cuáles son los saberes/sabores que exudan de la piel social en una práctica performativa? ¿estar en cuero es la apenas consistencia de un andar con fuerzas blandas? ¿cómo nos podemos mojar con el texto “bien léché” de una filosofía francesa pasada por la lengua del masaje? ¿en qué des-medida mirar la piel es dejar estremecer los poros de una visualidad descentrada y escurridiza?

La residencia se volvió caldo de cultivo de lecturas, de experiencias, de digestiones y digresiones, de imaginaciones futuras y restauración memoriales. Entre gestos y palabras, entre masajes y audios por teléfono, nos cuajaron las preguntas como borboteo fermentando la pudrición vital de nuestras vidas ¿cómo se mete en nuestras preguntas la mano apenas apoyada entre tus dos omoplatos? ¿qué de nosotrxs consiste e insiste en lo vibrátil de mis dedos metiéndose en el espesor de tu piel? ¿en qué refugio del ahora resuena la pregunta pertinaz por cómo armamos autonomías en interdependencia a flor de piel que agujerea nuestras (no) distancias?

“Intimidad de lo común”, es el desafío colectivo, somático y pensante de una energía transindividual que disputa un momento “juntxs” desde el excedente remanente que escapa a las lógicas de la suma de las individualidades. Apuestan -y en esta apuesta redoblan sus fuerzas blandas con la lectura de Combes- a poner en común una intimidad que no es ni la ex-peau(piel)-sición pública del “pequeño secreto del yo”, ni de la intersubjetividad como conexión de una interioridad con otra, sino la vibración del campo de fuerza de las cosas, de los elementos a través de las pieles.


Bibliografía

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