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Lanfranco, Marina (2024) Reseña de Cartografía de la fragilidad expuesta. Estrategias de diálogo con la ciudad. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 6 de marzo.  

 

...poner la carne en el espacio de todxs. 
García Agud y Camacho Tárraga, 2023

 

Se dice que el agua es un elemento de la naturaleza que siempre permanece en las mismas cantidades más allá de sus alteraciones y cambios de estado en el ciclo hidrológico. Se considera que es una sola, y no varias y que, la manera correcta de denominarla sería  “el agua” y no “las aguas”. Siempre me incomodó esta forma de su denominación. Aunque también sea cierto que, en términos ecológicos y como elemento de la naturaleza (tal vez el más vital), se constituye como único. Pero me gusta mucho más pensar en las aguas, todas diversas, con sus ritmos y colores, con sus sabores tan distintos y sus recorridos sinuosos.

quietos estanques

mares revolucionados

arroyitos que cantan canciones en las piedras que recorren

ríos turbulentos

maremotos

lagunas que se secan

torrentes que arrasan

gotas de rocío 

charcos de lluvia

lágrimas saladas que brotan sin parar

y de alegría…

Son todas aguas distintas y cada vez me resulta más incómoda la referencia singular no solo de las aguas, sino “de lo que sea”, porque cada singularidad necesita de un plural que la contenga, ya que, la generalidad de un todo homogéneo, la hace desaparecer. 

Es en esas aguas infinitas, donde veo reflejadas un sinnúmero de preguntas sobre corporalidades, territorios y ecofeminismos que hace tiempo me interesan como categorías de análisis. Estas últimas, con las enormes diferencias de volumen conceptual que representan, y, al igual que con las aguas, son todas bien distintas y complejas. 

Los interrogantes que proliferan en mi interior sobre estos grandes océanos conceptuales generan en mí un enorme interés; les estudio, les leo y reconozco entre líneas cuando visito literaturas que no versan directamente sobre tales universos de análisis. En definitiva, les tengo  presentes en mi vida cotidiana, en mis propias prácticas. 

He sido tomada por preguntas que me parecen maravillosas y que activan la incertidumbre de “cómo” nos identificamos individual y colectivamente en los espacios que habitamos con otres. 

Y, como el agua, nos devuelve un reflejo, cada vez distinto, parafraseando a Boris Groys (2023) y su narciso en el libro Devenir obra de arte (1).

De ahí que observo una enorme dificultad de no encontrar una forma de entrar de lleno en su estudio profundo, tal vez, porque no la hay.

Hablar sobre corporalidades es necesariamente autobiográfico y esa exposición me seduce, un poco me pierde, un poco me asusta pero sobre todo me intriga.

Me parece vital bucear en las aguas de otras escrituras que toman como eje la necesidad de preguntarse sobre las corporalidades en un espacio-tiempo lejano geográficamente pero cercano materialmente como es la ciudad de Valencia.  Me interesa personalmente, por haber visitado y recorrido con la avidez contemplativa de quien no es nativa esa ciudad increíble y por haber tomado al urbanismo español, al ambiente y el territorio en otras épocas como objeto de estudio en mis investigaciones académicas y trabajado en esas problemáticas en más de una oportunidad. 

El libro Cartografía de la fragilidad expuesta. Estrategias de diálogo con la ciudad escrito por Aurora García Agud y Jor Camacho Tárraga recorre sus propias historias, sus corporalidades y las de otres en un territorio determinado que se va modificando junto con sus cuerpxs y sus percepciones página a página. 

Son corporalidades que dialogan de manera constante con la ciudad, con las calles y plazas, con las pintadas en las paredes; de manera ecosistémica, somática, “interseccionadas”, al decir de Crenshow (2), “imbricadas” al decir de Falquet (3), en y con el ecosistema urbano que les es propio, y que se construye de manera permanente en cada activación sensible. Pensarlo de esta manera transforma al territorio en un espacio vivo.

El libro que han escrito Aurora y Jor constituye  una investigación situada que, si bien se encuentra localizada en la ciudad de Valencia (España), sus procedimientos “derivacionales” son  tan sugerentes que dan ganas de replicarlos en muchas otras ciudades. 

Territorios vivos

¿Qué elementos constituyen nuestra corporalidad (en singular y en plural)?

¿Qué del territorio la conforma, la marca, le deja una huella?

¿Qué de la historia personal y colectiva deja rastros?

¿Qué matrices de pensamiento nos pueden colaborar a pensar la corporalidad de manera ecosistémica?,

¿y cuáles de manera somática? 

Este libro, en efecto, recupera recorridos, derivas, archivos, imágenes y textos producidos durante una investigación ecosomática situada, con estrategias de exploración creadas por sus autoras con el objetivo de habitar su ciudad natal, para re-conocerla con nuevas miradas y nuevos cuerpos, como si lo hicieran por primera vez. 

Extrañadas

Las autoras han cruzado un marco teórico muy vasto, imbricando distintos aportes epistemológicos para construir el propio. Parten del concepto de heterotopía foucaultiano y lo re-definen para aplicarlo al territorio y a su propia investigación.

El primer procedimiento de registro es observacional, pero el segundo es táctil, des-jerarquizando la mirada que coloniza todo nuestro mundo sensitivo, acción tan necesaria para entrar al (re)conocimiento de espacial desde un registro sensible, diverso y no binario.

Todo el tiempo atraviesan el libro fragmentos de los diarios de ambas investigadoras y, al leerlos, nos podemos meter un poquito más en sus mundos internos, en sus pensamientos más espontáneos, lúdicos y en sus contradicciones. Nos permiten ingresar a una capa más profunda de su epidermis. 

Inter(¿in?)disciplinaria(s) 

Habilitando la deriva, los paseos que realizan Aurora y Jor, re(des)versionan a Thoreau en un siglo XXI post-pandémico para ensayar una nueva habitabilidad, para re-conocer y re-comprender la ciudad con otros ojos y con otras pieles.

Así, aparece necesario redefinir los abordajes epistemológicos en este momento de la historia, donde lo contextual se vuelve evidente y requiere ser registrado y re-jerarquizado. 

El contexto, por ser contexto no se transforma en algo secundario. Es tan principal que ofrece el entorno posible para poder observar. El contexto condiciona y posibilita, limita, pero a la vez, permite expresar. Es el ambiente natural y artificial donde se desarrollan nuestras ideas las que tienen sus bordes borrosos e inciertos por la interacción de lo físico y lo cyborg (Haraway) (4). 

Considero que frente a la obsolescencia, la inadecuación de las miradas heteropatriarcales, ciscapitalistas y neoextractivistas, aparecen alternativas tanto o más potentes para  revisar nuestros recorridos investigativos.  

Josefina Zuain hizo el acompañamiento del proyecto de investigación de Aurora y Jor y les invitó a llevarla a un formato de libro. En ese recorrido, escribió unas Notas del trayecto, a modo de prólogo, subraya que el trabajo realizado: 

 

(…) da cuenta de una intuición que abre paso al saber sistémico, al saber que integra cuerpo y mundo como vectores relacionales de la experiencia, de la vida.
Ese abrir que es al mismo tiempo un perder alberga un gesto político, en tanto contiene la potencia de gestionar nuevos modos de habitar la ciudad
(Zuain en García Agud y Camacho Tárraga, 2023:11). 
 

No solo habitar la ciudad sino también la pregunta como apertura (o sabotaje) epistemológicx al decir de val flores (5) hacia un universo de aguas en plural que nos permite sacudir y salpicar las limitaciones para observar en nuestras pieles y en nuestras corporalidades, las huellas y rastros del territorio y de la historia. 

Generando registros, haciendo (y abriendo) archivo Con otres.

Una ciudad feminista es una ciudad sensible a todas las desigualdades. 
Inés Moisset, Prólogo del libro La ciudad que resiste, 2019 (6)

Encuentro una íntima conexión entre la investigación que aquí se reseña con la propuesta platense de investigación situada, extensión y activación urbana de la Colectiva de Arquitectas La ciudad que resiste. Hacia un urbanismo feminista. Desde hace varios años, en la ciudad de La Plata (Buenos Aires, Argentina)  la Colectiva de Arquitectas viene trabajando en un proceso, me atrevo a denominar, de reconfiguración epistemológica de la ciudad y de lo urbano y que intenta dar cuenta de sus heterogeneidades y desigualdades. Encuentro entre ambas propuestas elementos que las vinculan por su saber sensible y por la necesidad de re-generar otras formas de habitar, a través de las caminatas, los paseos, las observaciones in situ, los recorridos, las derivas. Me parece oportuno citar el texto de Luciana Lima titulado (re!)-parar  Arquitecturas de la demora, proximidad y cuidados:

(...) la generación de las arquitecturas de la demora, propiciarán la experiencia sensible del territorio.
(...)  los proyectos  que  promuevan el  andar en una  deriva pausada, que genera recorridos  rincones, desvíos, alterando  la  circulación; 
propiciará  la  desaceleración, para dar espacio al detenerse y reunirse en las arquitecturas de proximidad.
(Lima, 2022:33)

Luciana Lima (7) junto a Verónica Pastuszuk integran y han impulsado en La Plata la red de arquitectura feminista y proyectos como la Colectiva de Arquitectas antes mencionado, Territorio Tolosa (8) y Proyecto Veredas (9). 

Estas lecturas sobre  proyectos distantes geográficamente pero que aunan un pensamiento del habitar urbano distinto  al impuesto, que no responde a un patrón de producción, hetero-cis-patriarcal y capitalista se nos hace sugerente y necesario, pero tambien nos des-arma y activa el deseo de otras formas de habitar la ciudad. Y en ese desarme, en la convicción de que necesitamos  otros aires y otras aguas, otras formas de pensarnos en plural en y con el entorno urbano pre-existente que se re-construye a cada paso, tenemos que volver a armarnos y volver a nombrar con todas las dificultades que ese hacer permanente impone.

Las demoras y las pausas, 

las contemplaciones, 

el tiempo perdido (?) 

los caminos sinuosos, las variaciones,

las subversivas raíces de las plantas que crecen en las paredes,

las esperas   

los espacios ¿vacíos?

la resistencia orgánica ante- entre el avance racionalista

las líneas rectas

los rayos del sol caen en una casa,  y, en la de al lado, un edificio la priva de luz

detenerse a observar una flor en la vereda ¿De quién es una flor en la vereda? ¿Tiene que ser de alguien? 

mirar muy de cerca una antigua pared de ladrillos para descubrir el ecosistema que allí existe 

caminar a la noche sola,

el espacio público, la calle

los miedos y los desafíos  

caminar mujer, marica, trans, travesti, lesbiana, migrante, marrón, pobre, indígena

caminar 

 

es mucho más que solo caminar

 

Hacia finales del año 2021, desde el proyecto Territorio Tolosa  invitaron a ACIADIP (Asociación de coreógrafes, intérpretes y afines de la danza platense)(10), a participar de una intervención performática junto con otras grupas artísticas. En ese momento escribí una poesía que me parece que puede dar cuenta del acontecer en mi corporalidad de ese territorio junto a otres:  

(RE!) DANZAR

                       volver a la danza

                       a habitarla en y con el cuerpo

(RE!) DANZAR

                        las incertidumbres, la desazón, la angustia, la emoción

(RE!) DANZAR 

                         una pandemia incomprensible, incontenible e inconmensurable  

(RE!) DANZAR

                         la columna, los isquiones, y la brisa en la planta de los pies

(RE!) DANZAR 

                         la emoción contenida entre cuatro paredes y fugada apenas de manera imperceptible por la pantalla, azul, pixelada, intermitente, como un halo, como un espectro durante días, semanas, durante interminables meses 

(RE!) DANZAR

                           la humedad y la risa, el color ámbar de los atardeceres en los ensayos

(RE!) DANZAR

                            con otres, en comunidades; vulnerables y fuertes a la vez con un mar de fondo pandémico a flor de piel sintiente, sensible, presente aún.

 (RE!) DANZAR 

                            la ciudad y la calle, nuestrxs cuerpxs y nuestros abrazos (10)

Encuentro en Cartografías de la fragilidad expuesta valiosas herramientas como práctica colectiva y como metodología de re-apropiación del espacio, como vehículo de re-contextualización territorial y corporal atravesados por la experiencia propia y compartida.

No solo el  contenido del libro es atrapante e invita a su lectura, sino que queda de relieve, a través de las decisiones de diseño que han sido tomadas para darle cuerpo a la obra, una  sensibilidad estética que realza el contenido del libro, como pieza en si misma. 

Les animo a leerla y dejarse llevar por el recorrido.

Referencias bibliográficas y notas

1. Groys Boris (2023)  Devenir obra de arte, Caja Negra Editorial, Buenos Aires. 

2. Crenshaw Kimberlé (1991) Cartografiando los márgenes. Interseccionalidad, políticas identitarias y violencia contra mujeres de color en Stanford Law Review.

3. Falquet Jules (2022) Imbricación: más allá de la interseccionalidad: mujeres, raza y clase en los movimientos sociales, Editorial Madreselva.

4. Haraway Donna (2019) La promesa de los monstruos. Ensayos sobre ciencia, naturaleza y otros inadaptables,  Holobionte ediciones.

5. flores val (2018) la pregunta como sabotaje epistémico, ediciones precarias, colección f(ru)ta, Neuquén.

6. Moisset Inés (2019) Prólogo en Lima Luciana y Bilmes Irene La ciudad que resiste. Hacia un urbanismo feminista, EDULP La Plata.

7. Luciana Lima (2022). (re!) parar. Arquitecturas de la demora, proximidad y cuidados. Cuadernos Del Centro De Estudios De Diseño Y Comunicación, (175). https://doi.org/10.18682/cdc.vi175.8580 Se puede consultar completo en el siguiente enlace recuperado de https://dspace.palermo.edu/ojs/index.php/cdc/article/view/8580 acceso 10.11.2023

8.“Territorio Tolosa (TT) es un proyecto de contemplación urbana que centra el reconocimiento de la ciudad a partir de recorrerla, caminarla, desarrollando señalamientos a través de intervenciones performáticas en el barrio de Tolosa. Investigan sobre el concepto de “hacer territorio”: conocer sensiblemente a la gente y los espacios que habitamos” (Lima y Bilmes 2019:19)

9. Se puede visitar el Proyecto Veredas donde hay una descripción del mismo, a través del siguiente enlace recuperado de https://www.fau.unlp.edu.ar/novedades-fau/proyecto-veredas-derivas-y-recorridos-en-el-barrio-el-mondongo/ acceso 12.11.2023

10. Se puede acceder a la información de ACIADIP en su página web a través del siguiente enlace recuperado de https://aciadip.wordpress.com/  acceso 12.11.2023 

11.Texto performático escrito y leído el 21.11.2021 invitada junto con el colectivo ACIADIP a participar de  (RE!) PARAR, Territorio Tolosa, Mula Cultura y Archivo histórico de la Provincia de Buenos Aires. La imagen corresponde a la intervención realizada en la misma fecha en la plaza de Tolosa, lugar donde iniciaba el recorrido por los hitos elegidos esa tarde.

 

 

 

 

 

 

Publicado en En palabras
Martes, 05 Septiembre 2023 10:44

Plan B

Cómo citar este artículo

Lanfranco, Marina (2023) Plan B. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 5 de septiembre.

Sábado 15 de octubre de 2022, 14.30 p.m. Se largó a llover y veo cómo mis planes van desintegrándose con el agua. Esa noche iba a poner en funcionamiento una perfo-instalación que se me ocurrió denominar Máquina Inútil para el Ciclo de Solos de Octopo en Tolosa, ese lugar tan increíble que ha sido refugio para muches en diferentes momentos y sobre todo tiempos pandémicos.

Luego de la pandemia (inentendible aún y que dejó rastros en el cuerpo y la sensitividad que erizan la piel con apenas recordarla) volvimos a bailar por primera vez allí con un protocolo increíblemente hermoso ideado por Fer Tappatá al cual llamamos Solo para 5. La posibilidad sublime de pensarnos de vuelta en escena de manera presencial, logró emocionar hasta la médula al mundo de la danza y la performance platense hace dos años atrás.

Desde hace mucho tiempo, tenía ganas de hacer algo que se vea desde arriba. Pasaron un par de obras/instalaciones/perfos en las que imaginaba que se podría mirar desde un tubo, una cúpula, desde un balcón o desde un puente. Pero siempre desistía de mi deseo para simplificar las cosas. En esta oportunidad lo tenía casi casi logrado. Se trataba del estreno inminente de Máquina Inútil.

Bruno Munari (1) había escrito en 1966 sobre algunos elementos que formaban parte de su obra y que había denominado máquinas inútiles. El autor escribió también acerca de cómo sus móviles terminaron siendo considerados las copias de los que Alexander Calder (2) en verdad diseñó años después y con los que saltó a la fama. Este hecho, al parecer anecdótico, fue absolutamente trascendental ya que dio como resultado que Munari apareciera en la historia de las artes visuales como su imitador (3). 

La historia lo convierte en imitador de su propia obra, un verdadero oxímoron. O no. La historia me resultó fascinante. 

Todos los elementos que componen una máquina inútil guardan una relación armónica entre sí (…) los elementos que componen una máquina inútil rotan sobre sí mismos y entre sí sin tocarse, tienen un origen geométrico y las dos caras disponen de elementos giratorios con variaciones cromáticas” (Munari, 2020:7,9)

A diferencia de las de Munari, MI Máquina Inútil era de perfiles de acero y era más bien un circuito que un adorno. Constituida, entonces, por perfiles de acero, ladrillos huecos, hojas secas en el baño de los gatos, una bomba de agua azul oxidada y guardada en el lavadero, una canilla de donde casi nunca salía agua, un zapping-lanza ninja, las lianas de la glicina cayéndome cerca de la cara y el patio completamente habilitado para mí con todos sus elementos; donde había ensayado la estructura a montar varias veces con diversas suertes y resultados ya que un porcentaje muy importante de la performance queda reservado al azar.

Esto del azar, era un dato muy importante que un poco invalidaba gran parte del trabajo, pero no era el punto Me encanta lo azaroso, el accidente y lo que aparece de manera espontánea en escena, la sorpresa que me saca del lugar premeditado, al menos parcialmente. Esto me parece cautivante y le da una materia viva especial tanto para le performer como para las personas que participan desde la observación, escucha o participación activa.

Lo más valioso era la posibilidad de ser vista de arriba. Las personas se ubicaron en la antesala de Octopo, o sea, en la terracita y en los escalones. En cada uno de ellos. La idea era que todes estuviéramos en el exterior, bajo los árboles y el cielo. Muchas fueron las versiones y contingencias que se dieron en los distintos ensayos y pruebas de MI Máquina Inútil; pero nunca, NUNCA había llovido en esos dos meses de ensayos. Y nunca, NUNCA había llovido en ninguna función en los dos años que se venía haciendo el ciclo. 

 

 

Escucho un silencio super fuerte en mi cabeza. Me arrodillo en el sillón donde estoy sentada y miro por la ventana. Se empañaron algunos vidrios, algunos libros y ladrillos huecos. Escucho un audio a medias, lo tengo que volver a escuchar porque no puedo prestarle atención porque estoy pensando en varias cosas a la vez y esos pensamientos son contradictorios entre sí. 

Me debato entre abandonar todos mis planes para esa fecha o resurgir con algo completamente nuevo “de las cenizas” (en este momento totalmente mojadas). Siento muchas ganas de llorar y de bailar a la vez, así que lo hice: baile y lloré. Me filmé. Me vi, y eso que nunca me gusta verme en los registros de cuando bailo. Lo compartí con tres personas. Con casi nadie. 

La danza me ha salvado muchas veces de mis propias sombras y me ha servido de antídoto y sublimación de varias cosas, momentos y oscuridades hasta el día de hoy. Discutí con y sobre la palabra danza muchas veces también, sola y con otres, e incluso la abandoné jurando no volver nunca más (4): abandoné la danza primero y la palabra danza después. Durante años. Demasiado creo, todavía sufro secuelas invisibles de ese abandono.

 

 

Foto: María Florencia Roig

 

El sillón que tengo en casa es un poco como una cueva, te atrapa. Decidí salir y buscar una alternativa, un PLAN B. Al fin de cuentas me dedico a improvisar, es actualmente donde más habito desde el movimiento, como metodología y herramienta de trabajo y como sustancia escénica. Siempre lo estoy haciendo. Algunos de esos movimientos, recorridos, oscilaciones y cruces me empiezan a interesar y los guardo. Hago un backup de mi propia práctica. 

Mientras me muevo leo en la pared: yo dibujo con tiza vos dibuja con lo que quieras (5). 

Me aferro a pruebas antes visitadas que aparecen como destellos, a mi propia corporalidad y un vestuario similar a lo que vengo probando en el taller De una exploración al cuerpo con Laura Valencia en el Galpón de La Grieta, donde había entrado en un viaje un poco siniestro y sentía que quería sacarme la piel. Voy por ahí. Porque se ve que algo de eso me interesa. La idea de sacarme capas de piel y también la idea de lo siniestro.

Me golpeo un poco las rodillas porque dejo que la emocionalidad se apodere de mis movimientos para sumarle un poquito más de drama al (ya) dramático panorama de la tormenta. La imposibilidad de montar la perfo en la que venía trabajando hacía meses y que debía suceder en unas pocas horas es ahora la incertidumbre frente a la decisión de QUÉ hacer con todo eso a la vez. 

 

.  

Foto: Andrea Ajis

Me vuelvo a sentar en el sillón. Se ve que la combinación físico-química de la danza en sangre está haciendo su efecto. 

Rhea Volij escribió que “tenemos al cuerpo, explosiones contraídas, un campo intensivo donde se despliega ciertas duraciones, las capturas del tiempo de las cosas, cada devenir como minucioso tejido del material y su temporalidad” (2021:55) (6). Me hace sentido esta escritura de Rhea. Me hace muy bien recordar que entonces tenemos al cuerpo. Y el cuerpo nos tiene.

En la casa en la que vivo ahora había dejado uno de los cuartos totalmente vacío para poder bailar sola o con algunos de los proyectos colectivos de los que formo parte. Allí ensayamos todo el año (2022) al menos dos procesos importantes; Cuerpo Terrestre con La Lobería y una perfo hermosa que denominamos LaMasa (a la perfo y a la grupa) flasheando instalaciones lumínicas, sonoras, kinéticas. Un verdadero lujo-conquista colectiva. 

También se ensayaron allí, en la habitación contigua a mi propio cuarto, otros proyectos de los que no formé parte de ninguna manera. Pero frente a estas realidades entendí que, de pronto, mi casa se transformó un poco en un espacio de creación escénica. Otro lujo-conquista y no puedo dejar de pensar en el manifiesto absoluto de Virginia Wolf Un cuarto propio frente a este privilegio. 

Los dos primeros proyectos mencionados ganaron la calle y al sacarlos multiplicaron su potencia de una forma increíble, se amplificaron volumétricamente.

Ahora ese cuarto está lleno de cosas. La bici, el tender, dos muebles enormes un poco inservibles, mucha ropa y juguetes de Charo que no usamos y no sé dónde poner, una biblioteca casi vacía, mantas, tachos de pintura, lámparas para colocar algún día en la casa, un skate que nunca usé, muchas cosas que fui encontrando en la calle. Me doy cuenta que me auto-obturé la posibilidad de bailar cuando desee sin tener que ir a una sala.

El espacio desapareció con los muebles y cosas dentro. No sé qué hay ahí, ni para qué. Ahora mantengo las puertas cerradas para no ver todo ese desorden que me desorienta y un poco me deprime. Lo hice desaparecer de mi cotidianeidad 

Reminiscencia de un principio de acumulación capitalista, tal vez, aunque esas cosas no fueran compradas, están ahí, todas juntas, como piezas de museo, cancelando el espacio para mover las ideas y el cuerpo. Suena fuerte y es difícil desandar esos modelos impresos en la propia historia. No sé por qué a veces hago algunas cosas que hago

Este día debía estrenar la Máquina Inútil, me encontraba en la sala vacía (el cuarto, entonces, sala), haciendo unas primeras pruebas, totalmente desorientada. Como objetos escénicos introduje solo una canasta de metal donde llevar cables, unos dinosaurios de cotillón, una guerra con la camisa que llevaba puesta y un tacho de luz de obra que se volvió mi luminaria fetiche.

Entonces se me ocurrió una instalación. La canasta rejita dispuesta casi en el centro del espacio, hacia adelante, se trasformó en una montaña o un calabozo. La cubrí con la camisa. Enchufé mi tacho fetiche en el fondo del espacio y me iluminé por detrás (me gusta mucho que se vean los cables en escena y operar los artefactos yo misma). Un dinosaurio volador fue el primero en suspenderse en la montaña calabozo. Le siguieron les otres. Podía ver sus cuerpos o sus sombras a través de la tela blanca en contraluz. Volví a leer en la pared: Yo dibujo con tiza, vos dibuja con lo que quieras.

 

Notas

(1) Bruno Munari (1907-1998) diseñador italiano. Se pueden ver videos de sus talleres con niñes, jugando, inventando, diseñando y rompiendo estructuras de formas y teorías con elles. Recuperado de https://90mas10.com/2021/04/05/bruno-munari-jugar-para-disenar/ acceso 8.3.2023.  

(2) Alexander Calder (1898-1976) ingeniero y escultor norteamericano. Trabajo en lo que se denominaría a partir de allí la escultura cinética o de movimiento. Realizaba performances con juguetes y pequeñas funciones así como grandes instalaciones. Se puede visitar su obra en el enlace recuperado de https://rz100arte.com/arte-ninos-alexander-calder-moviles-al-alcance-los-mas-pequenos/ acceso 8.3.2023

(3) Munari Bruno (2020) El arte como oficio. Gustavo Gili, Barcelona. La primera edición de este libro guarda como titulo original Arte come mestiere Gius. Laterza y Figli Bari/Roma, 1966. 

(4) Marie Bardet escribió que la danza siempre está “corriendo el riesgo de desaparecer en la efim-errancia de su presentación o en sus límites como práctica social (2012:115). Cruzándola con la escritura y su posibilidad de nombrarla como tal, más adelante escribe que: “si la danza es continuamente devuelta hacia el desafío de su existencia artística entre evanescencia e inscripción, es porque efectivamente el arte de la danza de manera esencial como composición en movimiento” (2012:218) Pensar con mover, Editorial Cactus, Buenos Aires. 

(5) Hace casi un año me mudé a una casa nueva, donde vivo ahora. Con Charo, mi hija, intervenimos varias de las paredes de la casa, con tizas, fibras, acrílicos, témperas y acuarelas. Se ve que necesitábamos apropiarnos de inmediato de ese nuevo espacio, arquitectura extraña a nuestras existencias, para sentirlo conocido, cercano y propio desde siempre.

(6) Volij Rhea (2021) Butoh. La conjura de la representación. Vagantes Fabulae, Buenos Aires.

 

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